Nos guste o no, el toreo ha variado sus normas de juego y sus relaciones. Muy pocas cosas se encajan como hace unos diez o quince años, cuando los límites de las relaciones profesionales estaban muy delimitados. Es cierto que entonces ya el empresario apoderaba, que ya el empresario era ganadero y/o viceversa, pero aún se mantenían los límites claros de las profesiones y sus relaciones. Quizá porque, en el fondo, éstas eran relaciones humanas. No digo de amistad, que podría haberla, sino entre seres humanos. Y recuerdo que el ser humano es un animal racional. Como animal sentía apego básico al suyo, y, usando su razón, convertía este apego en relación humana.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1934
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