POR JULIO MARTÍNEZ
Las Ventas, 30 de mayo de 2018Las Ventas, 30 de mayo de 2018

Respuesta a “El progreso se define antitaurino según la Dirección General Animalista”

Julio Martínez Moreno
jueves 14 de enero de 2021

Nuevo libelo en circulación, pura idiocia en prosa, en este caso al parecer suscrito por el responsable de la dirección general animalista; pregunta al canto, ¿que coño es eso?, ¿desde cuando los animales votan o han exigido que les creen una dirección general “ad hoc” sin consultarles ni contar con ellos?; el descojone. Ignoramos y además importa una higa, la cualificación académica, extracción biográfica o méritos del tal purpurado administrativo de la cosa animal; amén de si por méritos contraídos será propuesto o no para algún galardón, premio o laureada del desahucio; desde luego este astracán no merecería ni un segundo si no fuera por el dineral que al saqueado contribuyente le cuesta mantener tanto chiringuito de aluvión como este o checas administrativas similares para colocar amiguetes dignas del mismísimo Nosferatu. En fin, esto está como está y no hay que darle más vueltas

En la introducción de la cosa, el autor se reviste de oropel y excelencia intelectual citando a sus víctimas sin pudor, léase los padrinos de investidura seleccionados para refrendar o santificar su libelo: Unamuno; Emilia Pardo Bazán y Pablo Iglesias Posse; este último el auténtico, el de verdad -nada que ver con postizos recientes-. Ahí es nada, que el Señor nos pille confesados, si uno no fuera agnóstico, rotundo: “Señor, perdónales que no saben lo que dicen y mucho nos tememos que bastante menos lo que hacen”. Amén. No sé si esto debería acompañarse de un ruego, plegaria o al menos invocar un deseo ferviente, “que no toquen nada o que los desperfectos sean mínimos”, por pedir que no quede. Si cabe una mínima reflexión, ciñéndonos a la biografía y obra de D. Pablo Iglesias Posse, -nada menos que el revolucionario, socialista y fundador de lo que hoy subsiste como PSOE-, ignoramos si la siembra de la perplejidad puede germinar en ira y si esta puede traspasar o no el eco de ultratumba, -apelamos a la creencia de cada cual- pero es perfectamente imaginable lo que sentiría en vida D. Pablo ante este desahogo; ello, cuando la necedad ajena utiliza su nombre en vano para atacar desde el poder a trabajadores y poner en peligro miles de puestos de trabajo y sus familias. Sí, trabajadores del mundo del toro y aunque envolvamos estas denominaciones con el apijotado celofán progresista, son obreros aquí y ahora, se les llame como se les llame. Lo anterior sin contar con un buen número de productores, ganaderos, empresarios y suma y sigue, sectores que crean riqueza y no viven de un sueldo público ni de los impuestos de los contribuyentes, por el contrario arriesgan su trabajo, hacienda y patrimonio en una actividad que por ende, está declarada por ley patrimonio cultural de la nación.

De todas las disciplinas y áreas culturales reconocidas y “tuteladas” por el Ministerio de Cultura, la Tauromaquia es la única gran área que recibe no subvenciones sino obstrucciones, trabas, dicterios y envolventes por la puerta de atrás un día sí y otro también e incluso más

Sigamos, es obvio que cualquiera puede acceder a una pervertida flagelación; basta con localizar el aberrado lupanario, pagar el servicio en calidad de cliente y alimentar sus instintos más rastreros con placenteras mortificaciones de estética difusa y escabrosidad garantizada: Ora un tálamo platanero por aquí, ora unos latigazos por allá, ahora un cinabrio con pinchos por acullá, otrora chinchetas en salva sea la parte con un kiki de cuero y así…; pero lo que nunca había ocurrido hasta la fecha -o al menos no nos consta- es que desde la misma administración pública se quiera arruinar a un sector profesional con los impuestos del contribuyente; ello sin considerar las responsabilidades ante los tribunales que conlleva y la clara vulneración de la legalidad vigente. Para acabar de coronar la infamia, de todas las disciplinas y áreas culturales reconocidas y “tuteladas” por el Ministerio de Cultura, la Tauromaquia es la única gran área que recibe no subvenciones sino obstrucciones, trabas, dicterios y envolventes por la puerta de atrás un día sí y otro también e incluso más. En lo tocante a la calumnia de las subvenciones, esto ya es milenio puro y duro, aquí el mundo del toro sigue esperando y perseverando con fe indolente y paciencia de pedernal; hablamos del segundo espectáculo de masas y el que más dinero aporta- sin red y a pelo- a las arcas públicas. Aquí se hace carne la anécdota real de aquel a quien golpeaban con un macizo palo y le exigían pagar además un pastizal dada la calidad de la madera. Sin comentarios.

Con seguridad alguien nos querrá colocar un consistente bozal mientras nos desvalijan la casa y requiebran a la señora propia, pero hay una pequeña traba para esta moderna inquisición o pútrida checa -tanto da-; los Españoles con mayúsculas nos hemos sentido responsables de nuestro destino desde que existe la Constitución y nos ampara un régimen de libertades -qué le vamos a hacer- por tanto, hoy por hoy no cuela eso de prohibir e intimidar, pero pasemos a clarificar algunos aspectos relevantes que han sido objeto de secuestro y burla desde el poder; para empezar rotundo, “está todo inventado”, o es que acaso esta dirección general animalista la han inventado los progresistas?. Veamos un breve extracto de lo que hicieron los nazis, la Alemania de Hitler: “Las leyes nacionalsocialistas se elaboraron en los tres primeros años del régimen. La primera es de 1933 y se denomina Ley de Protección de los Animales. Un año después se aprueba la Ley del Reich de la Caza y en 1935 entra en vigor la Ley de Protección de la Naturaleza, que entre otros tópicos creó una legislación especial para transportar animales en automóviles, describió la manera menos dolorosa de herrar a los caballos y buscó hacer menos cruel la forma de cocinar una langosta evitando que se cocieran vivas. Pero hay más, el gobierno de Adolf Hitler sería el primero en la historia de la humanidad en prohibir la práctica de la vivisección. Eso sí, todo ello mientras se gaseaba, se practicaba la vivisección y millones de seres humanos eran sometidos a todo tipo de torturas y experimentos sin ningún tipo de miramiento ni compasión”. Sin comentarios.

Como corolario podemos afirmar que la ideología nazi fue esencialmente animalista en su relación con el hombre y la naturaleza

Como corolario podemos afirmar que la ideología nazi fue esencialmente animalista en su relación con el hombre y la naturaleza. En la Alemania nazi liderada por Hitler no había sitio para personas judías, homosexuales, gitanos, negros o cualquier otro colectivo que el Führer pensase que estaba fuera de los estándares de la raza aria. Los humanos quedaban a dos categorías dentro de la misma especie, a raza aria -dentro de ésta la élite, por supuesto la cúpula SS del régimen- y el resto de la humanidad infrahombres, perfectamente descartables en función de su gradación, origen racial y utilidad para la élite dominante (Recomendamos la lectura de autores sobre esoterismo y nazismo). En resumen, la ideología nazi fue esencialmente naturalista y antihumanista; para este “pensamiento los hombres no existen más que como razas, algunas superiores, otras inferiores”; en cambio todos los animales son iguales en dignidad. Asimismo, esta esencia animalista se tradujo en la defensa de postulados de darwinismo social cuyos resultados forman parte del periodo más trágico y reciente de la historia de la humanidad.

En una segunda acepción es un estigma de laboratorio cocido por las tinieblas dignas del mismísimo Goebbels, “que los taurinos practican, aman y son responsables de la crueldad sufrida por los animales”. Esta delirante panurgia se alimenta con el siniestro biberón que da el poder, el dinero y las nuevas tecnologías para aniquilar lo que se opone al gran negocio; léase las ingentes ganancias de una minoría. Veamos, con rotundidad, “una mentira repetida un millón de veces no se convierte en una verdad, seguirá siendo una excrecencia tan asquerosamente repicada en forma tan cojonera como cansina”, porque si alguien ama a los animales, y mantiene una absoluta comunión con el medio ambiente y la naturaleza, esos son los taurinos, la Tauromaquia con mayúsculas; no en balde su iglesia es la dehesa y su santuario el culto al toro bravo y la preservación del ecosistema y la biodiversidad. Ampliando lo anterior, fundamental para una correcta comprensión, el ingente negocio de las multinacionales centrado en la industria de mascotas y animales de compañía, este mercado y sus ramificaciones, genera unos ingresos realmente astronómicos, -invitamos al lector a que se documente-. Esto no dejaría de formar parte del colonialismo económico de las multinacionales si no fuera porque conlleva una manipulación directamente proporcional a los beneficios que genera: hablamos de la manipulación de las mentes y la opinión pública, hacia el paradigma “humanizar a los animales y animalizar a los seres humanos”. Detrás de esta manipulación se ocultan cifras escandalosas y un tremendo poder económico para corromper cualquier cosa, pero la pregunta es clara y diáfana, ¿también con nuestros impuestos? ¿Hay que crear una dirección general animalista con el dinero del contribuyente? ¿Cuánto tributan estas multinacionales a las arcas públicas en cada Estado y cuánto nos cuesta que nos saqueen con nuestros impuestos para blindar sus ganancias? Esperamos respuestas.

Agradeceríamos menos artículos desde la administración y si instamos a que cualquier órgano administrativo cumpla su función, veamos: ¿Dirección General animalista? Qué presupuesto tiene? ¿Que objetivos pretende alcanzar? ¿Cuáles son sus protocolos de actuación? Recordamos lo obvio, la Administración del Estado está obligada a servir al interés público y es necio volver a recordar por enésima vez que la Tauromaquia por ley es patrimonio cultural de la nación; si algún responsable de un órgano de la Administración -incluida esta estrambótica Dirección Animalista-, tiene problemas de conciencia y no puede cumplir con su deber, lo que tiene que hacer es dimitir, renunciar a cobrar un sueldo público y defender sus ideales y fines en el escenario adecuado, esto es, presentarse a las elecciones con su programa correspondiente, sea el que fuere; desde la República prohibición de culto a los fieles cristianos; que se devuelva a los musulmanes la Catedral de Córdoba -que por ahí vamos-; la Tauromaquia, suma y sigue y el esperpento que a cada cual se le ocurra, que nadie tema, aquí y ahora nadie va a ser perseguido por postular disparates o delirio alguno; pero eso sí, con nuestros impuestos no se juega y con la destrucción de miles de puestos de trabajo menos, así que máscaras fuera, a las elecciones con un programa explícito o dimisión.

Si algún responsable de un órgano de la administración -incluida esta estrambótica Dirección Animalista-, tiene problemas de conciencia y no puede cumplir con su deber, lo que tiene que hacer es dimitir, renunciar a cobrar un sueldo público y defender sus ideales

Por último, apelamos al proverbio “cuando el necio pontifica el diablo se glorifica”, porque sin ánimo de ofender a nadie, todos estamos dotados de una potencialidad innata para las habilidades más diversas, desde la lucha grecorromana, la fontanería, los oficios y capacidades más insospechadas e incluso para la poesía, filosofía y el arte de opinar erráticamente sobre las cosas más variadas; pero sea lo que fuere cualquier digresión que emana de la pluma de un director general animalista y alude o versa explícitamente sobre el mundo del toro, pues que quieren que les diga, citemos aquello de “ni inmanencia en el verbo ni contenido en la prosa”, así describió un relapso las actas de su proceso inquisitorial; porque entre otras consideraciones, el mundo del toro, la Tauromaquia con mayúsculas tiene en su haber un deslumbrante panteón de luminarias del pensamiento y de la Historia, sin error acumula más gloria, intelectuales y figuras del pensamiento que genios de la informática hay por metro cuadrado en el mismísimo Sillicon Valley. Así que respetuoso silencio y nos ceñimos al título, “El progreso se define antitaurino”, pues bien, con toda humildad señor director general de la cosa animalista, sobre el futuro, -sinceridad en pelotas- ningún mortal sabe nada, pero usted parece o da la impresión que sabe menos; tal vez tendremos que apelar a que las cuartetas de Nostradamus,- tan herméticas como sombrías- nos aclaren algo; pero si tenemos una intuición, mejor un convencimiento rotundo o llámelo usted como quiera, estamos convencidos de que las corridas de toros no desaparecerán por la manipulación, perfidia e insidias de una bien nutrida minoría, tan sectaria como doctrinaria, totalitaria, engrasada y fanática, sino porque el mundo ha vomitado y renunciado a una palabra tan sagrada como irremplazable para la dignidad del ser humano: LIBERTAD.

* Por Julio Martínez Moreno, ex presidente de la plaza de toros Monumental de Las Ventas

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