La confirmación del liderazgo taquillero de Roca Rey más allá de las bendiciones de santones y radicales que siguen queriendo ponerle sordina a las evidencias; el paso adelante que comienza tener carácter definitivo de Borja Jiménez, un sevillano que emerge desde la desesperación; el alumbramiento de un joven novillero, Aarón Palacio se llama, de Zaragoza, torero con mucho futuro dicho sea con todos los permisos que impone profesión de tanto riesgo y tanto entramado de intereses cruzados; el gran momento de la ganadería de Fuente Ymbro que casi a la vez que su propietario recogía todos los trofeos de la feria 2023 lidiaba este año una corrida que no desmerecía a la anterior y se postulaba para volver a declararse ganadería triunfadora; la reafirmación en el amor de Bilbao a Enrique Ponce en tarde de imposible lucimiento; y la deslumbrante, por pausada y compuesta, torería de Juan Ortega en la tarde de ayer, eso y poco más ha sido en lo artístico lo más destacado de la Aste Nagusia que echará el cierre este domingo con la corrida de Dolores Aguirre que en Bilbao siempre cuenta con el plus del paisanaje.
La belleza del toreo de Ortega, Borja Jiménez y Aarón Palacio emergen en la Semana Grande que sigue pendiente de recuperar viejo laureles
Todo ello ha sucedido con el toreo pendiente de cuanto pase y cuanto pueda influir en el futuro de lo que es uno de los buques insignia de la temporada taurina y puerto de referencia del norte. En las cuestiones externas no ha habido grandes novedades, las Corridas Generales siguen donde estaban en las ultimas temporadas. Las tardes de gran interés que este año lo marcaba la presencia de Roca Rey bien acompañado por otras figuras, la plaza ha registrado grandes entradas, las propias de los mejores tiempos; el resto de las tardes la asistencia en plaza de tanto aforo ha sido desoladora. La administración publica jugando a la contra está dejando a la que ha sido durante tantos años motor económico y dinamizador de la ciudad en manos exclusivas del interés que despierte el toreo a pelo y de la población flotante que sigue acudiendo al reclamo de la añoranza de los viejos tiempos. Así que aparece otra figura, o mejor varias, todas son pocas, que multipliquen el efecto Roca o todo se complicará mucho.
El chute de Roca
En ese ambiente ha sido reconfortante, lo que se dice un chute de optimismo, el efecto Roca Rey que compareció asumiendo el peso que supone ser la gran figura del momento y se echó a la espalda todas las responsabilidades que conlleva el cargo. El que más gana más se arrima debió pensar, y se arrimó más o tanto como el que más. Lo hizo con firmeza y seguridad, con total dominio del toro y de la escena. La fórmula la puso en práctica las dos tardes entre el fervor popular y el asentimiento de todos. Una plaza entusiasmada es el mejor antídoto contra ataques, crisis y depresiones. Otra cosa, el negacionísmo es como pegarse un tiro en el pie.
No participó, ni quiso respaldar aquel alborozo el presidente Matías, que un año más blindó su criterio personalísimo tras la balaustrada del palco y puso por delante el yo creo, yo mando a la opinión de la gran mayoría, y aquilató al máximo la concesión de trofeos a cuenta de titulares y broncas que en nada le afectan (o eso parece) y le convierten todos los años en uno de los protagonistas de la feria. La bronca por no conceder la segunda oreja en la primera tarde solo fue comparable con las ovaciones que le habían dedicado momentos antes al peruano que se ha ido de la feria con sus argumentos fortalecidos: el que más gana, el que más se arrima, el que más entusiasmos despierta debe corresponder hasta con sangre como sucedió la temporada anterior en gesta que nadie había olvidado y comenzó a arrimarse.
El maestro y el rebelde
El maestro Ponce asumía el otro papel estelar de la feria. En su temporada de despedida no podía faltar a la que fue junto a Valencia su plaza trampolín y compareció con su aura de gran maestro y envuelto de la pasión popular. Le recibieron con un aurresku, la danza vasca que se reserva para rendir reconocimiento a los grandes hombres y le despidieron entre clamores sin que la tarde artísticamente hubiese podido ser triunfal por el nulo juego que dieron los toros de Daniel Ruiz. Nada que pudiese ocultar la maestría del chivano que midió las distancias, aplicó los tiempos justos y pulseó la escasa codicia de sus oponentes hasta robarles pasajes de una torería deslumbrante.
El otro nombre de la feria ha sido Borja Jiménez que cortó tres orejas en mano a mano con Luque y fue el primero en abrir la ya obligada polémica anual con la presidencia que un año después volvía a imponer su férreo criterio que no significa que sea necesariamente justo ni oportuno. Más allá de todo ello, el sevillano cuajó una primera buena faena y dos trasteos posteriores distintos y especialmente interesantes a los fuenteymbros. Al toro bravo y codicioso le aplicó bravura y ambición; al toro enclasado y noble le bordó el toreó al natural con templanza y largura. Así que a los visados de su pasaporte artístico que le sellaron en plazas de tanto relieve como Valencia, Sevilla o Madrid hay que añadir el de Bilbao que acaba de darle vía libre para las grandes citas.
Fuente Ymbro mantiene la racha triunfal de su temporada y suelta una corrida de premio grande
Aarón Palacio fue el primer impacto del abono, sucedió en la novillada que abría el ciclo. El maño impactó por su firmeza pero especialmente por el trazo que le imprime a su toreo que comenzaba bien adelante y acababa curvo y hondo detrás de la cadera. Todo con una seguridad y un descaro que no corresponde a un recién llegado. En medio de la necesidad que tiene el toreo de nuevos nombres protagonizó una gran alegría en la que aparece Zaragoza como la primera beneficiada. Si la saben aprovechar, claro.
Del resto cabe destacar una buena actuación de Manzanares que va recuperando su mejor versión; la mentada corrida de Fuente Ymbro que vive un año pletórico; la disposición de Perera que acudió a la cita herido y la facilidad de Luque poco afortunado en el sorteo. Y cerrando está crónica el reconocimiento a Pablo Hermoso que justificó su leyenda de histórico del rejoneo y la admiración al toreo de Juan Ortega, qué bonito, qué añejo y qué nuevo a la vez. Cabe hasta dispensarle de la obligada regularidad de estos tiempos.