Al fin la plaza llena. Una gozada ver Vista Alegre a rebosar y con ambientazo de expectación. Las barras de los aledaños repletas, mucha gente joven entremezclada con el clásico señorío bilbaíno, la ilusión en los rostros de los que se acercaban a un Botxo que, para algunos, no tiene solución, pero que tardes como la de hoy te hacen pensar de manera más optimista en todo lo contrario. Bilbao fue Bilbao en su máxima expresión, con su exigencia y su entrega, con su respeto total hacia los toreros, también con la cicatería de su palco y un Matías que sigue fiel a sus principios vendiendo caras las orejas.
Bilbao siempre tuvo a sus consentidos y Roca Rey va camino de serlo. Ese es su gran triunfo, ser consciente de que parte o la totalidad de la recuperación de esta plaza está en sus manos y llevarlo a cabo con todas las consecuencias. Un arma de doble filo que está dispuesto a asumir. No llegaba Roca Rey precedido por su mejor verano y eso le pesó en el primer toro.
Pero las grandes figuras como él tienen la capacidad de cambiar la moneda y así lo hizo minutos después con una faena que puso la plaza como un hervidero. Se apoderó del corazón de los bilbaínos y despejó posibles dudas. ¡El mejor Roca Rey está aquí!No sería justo olvidarme de Manzanares. En Bilbao ha demostrado que ha renovado sus ilusiones que, quizá, le haya devuelto ese toro de Jandilla que en El Puerto toreó con la despaciosidad, la naturalidad y expresión de sus mejores tardes. El Puerto, Gijón después con un toro de Puerto de San Lorenzo, y ahora Bilbao con otra de sus divisas predilectas, la de Victoriano del Río.
Fue paciente en su primer toro, con esa manera de dejarle la muleta delante, sin violencia, embarcando con el vuelo un animal al que le faltó ritmo. Su asiento en la cenicienta arena fue clave, también llegarle con la muleta al pitón contrario. Manejó el capote con delicadeza y empaque en su segundo, y le dio largura al trazo de sus poderosos muletazos, que nacían y morían en el mismo punto hasta que claudicó el animal. Y con la espada… un cañón. El mejor Manzanares. En Bilbao hay toreo… en Bilbao hay vida y esperanza.