LA CRÓNICA DE BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Se consolida el fenómeno

Roca Rey corta tres orejas y desborda los entusiasmos; digna alternativa de Jesús Chover, que da una vuelta al ruedo en tarde de gran expectación
José Luis Benlloch
sábado 16 de marzo de 2019

Llegó el fenómeno. Mejor: se consolida el fenómeno. Ya no es casualidad, ni fruta de verano ni el impacto de la novedad, es un hecho incontestable. Manda Perú. Este Roca Rey, exultante y exuberante, sigue avanzando y conquistando cuotas de poder a ritmo de fenómeno. Ayer cogió al público por el pecho y le zarandeó todos los sentimientos para su mayor gloria. Los emocionó, que para eso van, y se lo agradecieron con fervor desbordante. No era tarea fácil, nada en el toreo es fácil, lo logró ante dos toros distintos, ambos toros con mucha suerte, a los que no picó y a los que hizo parecer lo que no eran: al primero le sacó lo mejor que llevaba dentro, que lo tenía, a su segundo se lo inventó directamente. Mano baja, seguridad desbordante, una firmeza de impacto, ni un paso atrás, ni una duda. Desde que se abrió de capa hasta que los rocines se llevaban los victorianos, todo fue una exhibición de seguridad, ambición y dominio de los tiempos para llegar no solo a donde quería llegar sino cuando quería llegar. Está que se come el mundo, todo le parece posible y sabedor de las responsabilidades que corresponden a los fenómenos nunca dio nada por perdido.

Había que ver la plaza ayer, un espectáculo en sí misma, como en los mejores tiempos, como los pájaros de mal agüero pensaban que no volvería a estar. Un reventón. Euforia desbordante. Valencia en estado puro. Y aún hay almas redentoras que se empeñan en cambiarla. Era importante que aquella masa que se volcó sobre la plaza se fuese satisfecha y se fue con ganas de volver, saciada de emociones, con los puritanos y seguramente los anti -los extremos se tocan- recomiéndose las entrañas pero callados ante el ciclón Roca. Esa es una de las señales clave, la de la aparición de lo pejigueros, de que el fenómeno se ha consolidado, que ha llegado para quedarse.

Lo de Roca ayer fue un perfecto dominio del toro y del escenario. Su primera faena estuvo precedida de un parsimonioso brindis al público acogido con tan estruendosa ovación que se convirtió en un referéndum. Quedó claro en ese momento que la comunión era evidente. Luego vino un arranque eléctrico a modo de compromiso que puso a revientacalderas la plaza y ya no bajó la temperatura. Las series surgían ligadas, como debe ser. Extensas como poco corazones son capaces de aguantar. Con el regusto que da los trazos largos y la muleta arrastrada. Y como cierre a cada manojo de naturales surgían los pases de pecho, especie de rompeolas donde espumean las emociones que ponían la plaza literalmente en pie. Los hubo que surgían sin solución de continuidad al natural, del que el torero salía con un perfecto giro de muñeca y un paso adelante. Los hubo de pitón a rabo, barriéndole el lomo al toro y los hubo al hombro contrario; y hubo, como estrambote final, una serie de bernadinas diría que al modo ruleta rusa en las que le marcaba la salida por un pitón y lo vaciaba por el otro que generaban ¡olés y uys! a la par. Estábamos de esa guisa cuando se aplicó el reglamento vigente -¡qué sensibilidad, qué puntualidad!- y le mandaron un aviso, algo así como deje usted de emocionar, absurdos del toreo, y a partir de ese clarinazo intimidatorio vino un pinchazo, una estocada, un puntillero que levanta el toro, otro aviso, el tercero en el aire y la gran contradicción a punto de consumarse. Suerte que hay fuerzas que ni los santos redentores son capaces de frenar y a ese le cortó una oreja.

A su segundo, un burraco simplón al que solo él pareció verle posibilidades, le fue buscando las vueltas, a media altura, dándole la razón, y cuando parecía que a la obra le iba a faltar trascendencia R.R. forzó la máquina, exigió al toro -que respondió- y la faena cogió cuerpo y rango, lo necesario para que la plaza volviese a levitar. Un manicomio eran los tendidos, en expresión de cuando en este planeta toro habitaban los fenómenos. Una estocada baja parecía que iba a dejar el premio en un solo trofeo pero el criterio presidencial, tan riguroso en otras ocasiones, cedió ante la demanda general.

Jesús Chover tomó la alternativa con todas las galas que se sueñan. Acartelado con las primeras figuras del momento, con todo lo que eso tiene de lujo y de peligro, y resolvió la papeleta con mucha dignidad. Al toro del acenso, de nombre Tallista, lo lanceó con facilidad y templanza, sujetándose los nervios, lo banderilleó con espectacularidad y sobre todo la primera parte de la faena tuvo asiento y buenas formas. Luego la espada cayó baja y el presidente en este caso sí debió tener en cuenta el detalle y le negó el trofeo que pedía el público. Desde luego hay unas decisiones más fáciles que otras. Valencia le compensó con una ovacionada vuelta al ruedo. En su segundo, toro más entero, con más resortes que manejar, se le notó más la presión, lo que no quiere decir que volviese la cara en ningún momento.

Juli no tuvo opciones con un lote directamente imposible incluso para cabeza tan preclara como la suya y por esta vez no le pudo hacer oposición real a Roca. De la corrida de Victoriano, que descompusieron y compusieron a su gusto las autoridades, cabe destacar el toro de la alternativa y el lote de Roca, que no es poco pero a lo mejor si las caprichosas autoridades dejasen hacer las corridas saldrían mejores y hasta mejor presentadas.

CRÓNICA PUBLICADA EN LAS PROVINCIAS EL 16/03/2019

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando