BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Perera por la Puerta del Príncipe. Aplausos.Perera por la Puerta del Príncipe. Aplausos.

Sevilla, gloria y polémica en la preferia

José Luis Benlloch
domingo 14 de abril de 2024
Miguel Ángel Perera y Daniel Luque abren la Puerta del Príncipe

Sin esperar a la semana de Farolillos, comenzaron las algaradas toreras en Sevilla. También las ganaderas. Incluyo al público, dividido entre los que consideraron que la Puerta del Príncipe de Luque era premio excesivo y los que se habían empeñado erre que erre en blandir los pañuelos hasta que el presidente sucumbió y sacó el suyo que suponía el premio mayor, una Puerta del Príncipe que acabó desatando la polémica en los medios, en los tendidos y hasta en el umbral de tan glorioso pórtico donde se agolpa el gotha de los aficionados apenas acaba la corrida para sentar cátedra y dar con la frase más ocurrente y definitiva que resuma lo sucedido. Esta vez con la sensación de que abundaban los disconformes sobre los que consideraban ajustado a derecho y méritos la más grande recompensa que se otorga en la Maestranza. Y no es que Luque estuviese mal, eso no lo ponía en duda nadie, Luque estuvo maestro, académicamente perfecto, en un toro y en otro, pero el toro del que le concedieron las dos orejas definitivas no daba para aquello, no tuvo el empuje ni la vida para que la obra fuese de ese rango. En ese aspecto no hubo suerte porque el Luque de ayer era caballo ganador saliese lo que saliese, pero la suerte es elemento imprescindible en el toreo. El día que le salga uno con su carácter mismamente se acaban los cuentos y los dimes y diretes.

“Dos grandes corridas de Santiago Domecq y El Parralejo entre lo más valorado”

Todo ello sucedió después de que Luque, del que aseguran, él lo da a entender abiertamente, que Roca Rey, incluido otros grandes, le evitan cuando no lo vetan, saliese a tumba abierta en su Sevilla del alma y de los disgustos -nunca acabaron de considerarle de los propios como hacen con otros paisanos- y torease, especialmente con el capote como pocos son capaces de hacerlo. Lo suyo con la tela rosa es una delicia, un aleteo sutil de una belleza torera deslumbrante, en el que manda sin aparente esfuerzo y compone con naturalidad torera sin que para ello necesite de un toro muy concreto, se lo hace a muchos, casi a cualquiera; y si otros compañeros de esta misma Sevilla componen más barroco, más arrebujados dicen los taurinos, detalle que es posible, y no digo más templado, porque este Luque en esa disciplina capotera es de los que duermen los pulsos y encandila las almas de la gente como se vio esa misma tarde. Con la muleta estuvo igualmente elegante, sutil, mandón, haciendo lo que debía hacer en cada momento y si no hubo más tensión es porque los toros no la tuvieron. En realidad, hubo más torero, mucho más, que toro que en este caso no pasaron de pastueños. Lo que sí parece seguro es que cuando salgan los embravecidos, este Luque se lo hará igualmente.

La Puerta del Príncipe de Perera

La otra Puerta del Príncipe, la primera de la feria, fue para Miguel Ángel Perera, sin que hubiese polémica. Fue premio de ley y mérito. En este caso a toros de mayor entidad. En realidad, el extremeño superó con nota dos exámenes realmente difíciles y diferentes. En primer lugar, el de un toro indómito, agrio, encastado y nada dispuesto a dejarse domeñar, de tal manera que estar delante de él valía un potosí, con él Perera sacó a relucir el valor y la capacidad que siempre se le había reconocido, en realidad su arma principal. Le aguantó miradas, amenazas, amagos, reacciones agrestes y lo acabó sometiendo como ha hecho tantas veces, la última de ellas a un fiero fuenteymbro que fue el anuncio definitivo de que el mejor Perera estaba de vuelta.

A su segundo toro, el contrario del anterior, toro de desbordante clase, carácter amable y fuerzas justas, Perera aplicó templanza, mesura, exactitud en las distancias y en las alturas y el trasteo permitió la presencia de un Perera maestro, en sazón como culminación de veinte años de carrera. A uno y a otro los estoqueó con estilo y eficacia, asignatura que no siempre dominó y por todo ello le franquearon la Puerta del Príncipe sin que nadie se atufase los bigotes ni se parase en el pórtico maestrante a cuestionar su gloria.

Dos corridas de nota

En esa misma preferia hubo dos corridas de toros, la de Santiago Domecq sobre todo, y la de El Parralejo, que tuvieron la presencia ajustada a la categoría de la plaza, armonía en sus hechuras, seriedad, cero exageraciones -los mastodontes al circo- nobleza y bravura, todo ello sin que olvidemos el buen nivel de los murubes de Bohórquez. Fueron conjuntos que dieron la razón a los que siempre hemos creído que los ganaderos se pirran por Sevilla y procuran enviar la flor de cada camada. Los que pueden, naturalmente, porque en cuanto aparecen los mandamases del escalafón se rompe la escala de mandos y deja de mandar quien debe mandar, que debiera ser quien los cría y los conoce, y entonces puede pasar cualquier cosa, en realidad lo que está pasando.

Del resto de la feria, hay que destacar las dos orejas que cortó un joven Calerito; las dos orejas de un toro de Santiago Domecq que cortó un hierático David de Miranda; las verónicas y pinceladas de Morante, faltaría más; los detalles capoteros de Aguado; la disposición de Borja Jiménez especial y hasta excesivamente motivado que a la hora de cerrar esta columna estaba a la espera de los victorinos; la torería de Urdiales; los chispazos de un Talavante a la búsqueda del mejor Talavante; la poca resonancia que tuvo un buen Ureña; todo ello a la espera de la semana grande, la de farolillos con Sevilla encendida desde mucho antes gracias a los toros.

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