Sucedió en la ganadería salmantina de Vellosino. Los pocos afortunados que estuvieron presentes fueron testigos de una obra maestra con la rúbrica de una figura grandiosa: Talavante. El toreo con los vuelos y la yema de los dedos, ejecutado con la sensibilidad de los artistas únicos, encajado de riñones y ofreciendo el medio pecho, rítmico y a compás… El toreo de cante grande con un toro de excelsa embestida. La afición espera impaciente poder disfrutar de Talavante porque si hay un torero al que se le espera en las plazas el próximo año, ese es él, un torero con mimbres para marcar una época.