BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Talavante y Nek, fiesta grande en Valencia

José Luis Benlloch
lunes 09 de octubre de 2023
El extremeño abre la puerta grande y el valenciano se confirma como gran esperanza

Talavante encandiló al público. Sin ser su mejor tarde, aquí cabría decir que entró en el corazón de Valencia. Su forma de resolver las situaciones, la reacción que provocaba en los tendidos, la entrega, recíproca, arreaba el torero y respondía el público, generoso, pero no tonto, así lo dan a entender. Cortó dos orejas, al cuarto y al quinto, aunque su mejor faena, la del abreplaza, la de los naturales eternos y dormidos, donde la curvatura del trazo derrotaba la vulgaridad de lo lineal, se fue sin premio por decisión unilateral del usía, uno contra cinco mil, pero el hombre aguantó el tirón e impuso su ley, ¿constitucional, reglamentaria? … no importa, la suya. Ya lo dijo Ortega, el filósofo, el que quiera saber lo que pasa en España que se asome a una plaza de toros. Tal cual sucedió, el hombre del palco, un escaño, se puso enfrente de la mayoría e impuso su férrea voluntad que poco después aflojaría.

El otro personaje de la tarde era Nek Romero, el hombre del momento y existe la firme esperanza, desde ayer más todavía, de que sea de muchos momentos en la Valencia taurina y más allá. Estaba ante el reto de su vida, alternar cuando apenas ha salido del cascarón torero con una de las primeras figuras del escalafón en un cartel que por mucho que queramos disfrazarlo con epítetos varios, que si corrida mixta, que si gran oportunidad, que si tal que si cual, era trago de máxima dificultad por cuanto no era posible evitar la comparativa y la sombra de las figuras siempre son largas, voraces y difíciles de sortear.

Talavante cortó dos orejas, al cuarto y al quinto, aunque su mejor faena, la del abreplaza, la de los naturales eternos y dormidos, donde la curvatura del trazo derrotaba la vulgaridad de lo lineal, se fue sin premio por decisión unilateral del usía, uno contra cinco mil

No se arredró Nek, que ya escribí hace tiempo que es nombre de torero por si alguien tiene dudas. Ayer estuvo firme, seguro, distinguido, valiente, muy valiente, torero, con una serenidad impropia de la edad, de tal manera que resolvió la papeleta a lo grande. Tratándose de un examen hay que convenir que con nota alta. Y no fue un triunfo cualquiera, si entramos en detalle se puede decir, aunque no lo vayan a recoger los biógrafos, que ayer tomó la alternativa de matador de toros dada la entidad de sus oponentes. Bravo, noble y exigente el primero, de los que dan importancia al éxito si eres capaz o te hunden si no das la talla y vaya si la dio; manso, fuerte, complicado y enterado el segundo, de los que miden el corazón de los toreros, y en los dos hizo lo que cabía hacer. Al primero lo toreó con ritmo, asentado, por abajo, con sentido de la ligazón, con apostura, con esa distinción que luce en la plaza que es virtud que se tiene u olvidase, no se aprende; al complicado segundo le hizo lo que cabía hacer en quien tiene hambre de gloria, quedarse quieto, jugársela, aguantar los amagos, probar en los adentros y en las afueras, no perder la compostura y matarlo con dignidad. Por todo ello la tarde no acabó bien, pero hubo cosas buenas, por momentos muy buenas. Así que a tomar el viento el refrán, estuvo bien más allá de como acabase. Uno y otro hicieron honor a la festividad de la Comunidad, fiesta grande en las instituciones y en la calle, fiesta grande en la plaza.

No se arredró Nek, que ya escribí hace tiempo que es nombre de torero por si alguien tiene dudas. Ayer estuvo firme, seguro, distinguido, valiente, muy valiente, torero, con una serenidad impropia de la edad, de tal manera que resolvió la papeleta a lo grande

La foto finish fue la salida en hombros de Talavante. Me alegro, se lo merecía por lo que sucedió en la plaza y por lo que asumió en la previa. No es frecuente ni habitual, política de despachos, que una figura acepte una sustitución y asuma matar cuatro toros en plaza de primera cuando la temporada ya ha vendido todo el pescao y más si las dudas sobre la respuesta del público que pueda haber en los tendidos es toda una incógnita y lo aceptó. Lo aceptó en los despachos y asumió en la plaza su responsabilidad de figura. Dispuesto de principio a fin, cariñoso con el novillero a quien brindó su último toro, variado y entregado en la búsqueda del mejor Talavante, aquel que pareció desaparecer con su efímera retirada. Me gustó especialmente en su primero, toro dormido de salida que acabó yéndose arriba ante el buen trato que le dio. Su toreo al natural fue natural de lo más natural, erguida la planta, dormido el pulso, sin crispación alguna, ligado, cada muletazo daba entrada a un ole redondo. Me sonaban a olés de Valencia. Lo mató de una buena estocada y lo dicho, al usía le pareció poca cosa y no hubo trofeo por mucho que se empestillase el respetable.

De Nek ya está dicho todo, insisto, distinguido, torero, valiente, firme, con el bueno y con el deslucido, así que hay que convenir, Valencia tiene torero. Una alegría y una solución a tanto agravio

Su segundo fue un nastuerzo desabrido y por tanto de imposible lucimiento, así que abrevió como tocaba. En el cuarto, al que le sopló una gran par Fernando Sánchez, de poder a poder y dándole las ventajas de los chiqueros, el Tala arrancó de rodillas como si quisiese robarle el guion al novillero y acabó reeditando el natural infinito de Sevilla, que como no podía ser de otra forma en Valencia resonó como un trueno, y cuando se fue apagando el toro tiró de oficio en una torera puesta en escena, en la que la gestualidad y la apostura le permitieron acabar de componer la obra. Y al cuajado y mansón cuarto de su cuenta particular, le buscó las vueltas y le acabó arrancando la oreja que le franqueaba la puerta grande.

De Nek ya está dicho todo, insisto, distinguido, torero, valiente, firme, con el bueno y con el deslucido, así que hay que convenir, Valencia tiene torero. Una alegría y una solución a tanto agravio.

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