Desde el sur

Un mago en Las Ventas

Juan Belmonte
sábado 03 de junio de 2017

Lo de Enrique Ponce en Madrid fue prestidigitación, malabarismo, magia, magisterio… porque mostrar todas las facetas de la Tauromaquia y poner de acuerdo a toda la afición madrileña parece increíble.

Lo de Enrique Ponce en Madrid fue prestidigitación, malabarismo, magia, magisterio… porque mostrar todas las facetas de la Tauromaquia y poner de acuerdo a toda la afición madrileña parece increíble. Anduvo por la plaza, desde que lanceó a su primero, con seriedad en el rostro y sin ningún tipo de precipitaciones. Atento al viento, atento a cada movimiento del toro. Temple en las muñecas para conducir la embestida por el lado derecho, el bueno, como si el hocico y la muleta estuvieran imantados. Sin tensiones, relajado… total. El otro pitón del toro no fue igual, a veces se desplazaba más, otras, muchas, no. Pero el arte de birlibirloque de Ponce tapó esto y aquello y si lo mata a la primera…

Me contaba Curro, el Faraón, que tras una de sus tardes inspiradas en Madrid falló reiteradamente al matar cuando el público estaba a sus pies. Al entrar al callejón le comentó a mi padre: ”Lástima que lo pinché”. A lo que le contestó: “Al revés, Curro, menos mal que lo has pinchao, si no, la que se forma aquí hoy”. Sí, se hubiera formado gorda si Enrique deja la estocada segunda en primer lugar.

Ya de salida el segundo de su lote se frenaba descaradamente en los primeros tercios, sin desplazarse. El gesto de Ponce fue de contrariedad, pero el pañuelo que aparece de los dedos, la moneda que no está y ahora sí y la varita mágica afloraron de su alma. Técnico y sobrio le buscó las vueltas, primero uno a uno, después más y más, con sorprendente ambición juvenil, como si fuera él el que confirmaba, como si tuviera 20 años, con las ganas del que empieza en esto. Sólo le faltó a la faena sacar un conejo de la montera. Ponce exprimió al toro como a un limón y le cortó la oreja, llave de la Puerta Grande.

Domingo Hernández puede estar contento del encierro en conjunto, porque criar toros enormes, que se mueven y embisten como algunos de este encierro lo hicieron, tiene un mérito atroz. Y debe también celebrar lo de Ponce , como lo harán los aficionados que estaban en la plaza, los que lo vimos en la televisión, los que vieron el resumen en la web de Aplausos, a los que se lo han contado con detalle, todos. Porque vimos un Mago en las Ventas. ¡Ah! Y a Benjamin Button, porque a ver quién se atreve a decir que Enrique Ponce cumple años. ¡Descumple!

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