BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Foto: Antonio ViguerasFoto: Antonio Vigueras

Una excelente corrida de Victorino cierra la feria de Hogueras

José Luis Benlloch
lunes 26 de junio de 2023
Buena actuación de la terna con Rafaelillo, tres orejas, como máximo triunfador; un trofeo conquistó Manuel Escribano mientras que Pablo Aguado dejó momentos de mucha torería

Una excelente corrida de Victorino Martín cerró la Feria de Hogueras. Bien presentada, brava, interesante, mayormente noble y toreable, incluido el toro sexto que de sembrar el desconcierto, había motivos, acabó embistiendo con nobleza y exigencia, ningún toro perdonó fallos y todos tuvieron su lidia. Conjunto muy en el tipo de la casa, cárdenos en distintas intensidades, bien armados y exigentes. Los espadas, Rafaelillo, Escribano, que sustituía a Morante, y Pablo Aguado, cada cual en su estilo, dieron la talla que no es poco en tarde de victorinos.

A la hora del paseíllo los designios inescrutables del toreo habían dilapidado dos de los muchos atractivos de las Hogueras 2023. Ni Manzanares pudo estar para celebrar su vigésimo aniversario de alternativa, ni Morante pudo encararse con los victorinos en una de sus nuevas hazañas. En realidad, nada nuevo, unos las firman y otros… La plaza registró una excelente entrada, el público, expectante y agradecido, sacó a las cuadrillas al tercio para dedicarles una ovación de bienvenida y ánimo. Y comenzó el espectáculo.

El primero, muy victorino, embistió humillado y corto de salida así que Rafaelillo, maestro en estas lides, se lo sacó hasta los medios con solvencia lidiadora. Un picotazo y un puyazo al relance. El arranque del torero murciano fue templado y torero, y el toro correspondió con clase. Suave, humillador y con un pitón izquierdo cumbre, salía del muletazo y seguía humillado. Gran estocada. Dos orejas al torero y vuelta al toro.

Al segundo, que fue bravo en varas, lo recibió Escribano con lances de poder y domeño. Justo lo que pedía. El toro sacó muchos pies en banderillas en un tercio muy aplaudido tras el cual el matador brindó a los médicos que consiguieron dejarle en este mundo en aquella tarde trágica en la que un toro de Adolfo le partió la femoral en esta misma plaza. El victorino de ayer tuvo la nobleza como virtud principal. Con menos recorrido que su hermano anterior, dejó estar al matador que anduvo con pausa y buen gusto. Mérito de toro y torero fue que todo transcurriese en los medios. Un pinchazo previo a la estocada dejó al sevillano sin premio y disgustado.

Al tercero le recetó Aguado un lance por el pitón izquierdo soberbio. Como si no fuese un victorino. Seguidamente lo quiso lucir en varas y lo puso largo. Bien el picador, bien el toro y bien el público, que supo valorarlo. Cuando todo parecía apuntar a triunfo de ambos, una voltereta en banderillas afligió al toro, que ya no fue el mismo. En la faena hubo temple en el toreo al natural y más pulcritud que pasión en el conjunto. La espada se le mostró esquiva.

El cuarto fue un buen mozo, acucharado de cuerna y astilargo. Lo picaron trasero y con animadversión. Lo acusó. Rafaelillo se lo sacó con torería y luego le aplicó abundante y efectista zaragatería. Estocada caída. Oreja.

El quinto, cárdeno claro y de imponente trapío, fue ovacionado de salida como el anterior y embistió templado y largo al capote, otro que rompió la norma victorino. Apretó en varas. Sacó clase, fijeza, ritmo, humillación e importancia. Gran toro. Por los dos pitones. Duró lo que tuvo que durar, que todo tiene su medida. Y Escribano le cuajó una faena intermitente que lo mismo subía a mucho nivel que se diluía. Lo despachó de una estocada punto desprendida y le concedieron una oreja.

El sexto, agalgado y ligero de carnes, se emplazó de salida y escarbó, que no es la mejor carta de presentación ante un torero de los considerados artistas. De hecho, el atragantón que le pegó a Aguado cuando quiso torearlo a la verónica es de los que no olvidan los toreros. Lo picaron en los medios después de que saliese de naja en un primer encuentro ante un gran disgusto del público que eso de que los picadores se salten la raya, aunque sea conveniente y necesario como fue ayer, lo lleva fatal. Cuando se dirigía al toro muleta en mano pensé Pablo, esto no es para ti, supongo que él también, pero se hizo el ánimo, se sobrepuso y estuvo muy digno, y hasta cogió la zurda.

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