Entretenida por variada, emocionante por momentos, emotiva en cuanto tomaba la alternativa un chico de casa, el Niño de las Monjas, hubo toreo bueno y muy bueno, y toros de clase y bravura, especialmente primero y quinto, alguno de ellos mereció la vuelta al ruedo que el presidente no valoró, pena grande en tiempos en que tanta falta hace estimular a los ganaderos. Sucedió en la corrida de feria de Utiel, resumen al que habría que añadir que también resultó accidentada en el arranque ya que tuvo que demorarse media hora a la espera de las obligadas ambulancias que cubriesen los posibles y nada deseables accidentes que felizmente no se produjeron a mayor gloria y descanso del equipo del doctor Carbonell y sus eminentes colegas. Súmenle a la tarde sorprendentes desenlaces, caso del quinto toro que iba para triunfo grande de De Justo y acabó en un penoso lío o la petición y no concesión de la segunda oreja a Talavante; fue además tarde ilusionante en cuanto a la asistencia de público, detalle que hace pensar en la recuperación del asolerado coso utielano si se mantiene la buena organización.
Abrió plaza un toro castaño oscuro, número 11, de nombre Único, de 460 kilos, del hierro de Castillejo de Huebra como toda la corrida, con el que tomó la alternativa el Niño de las Monjas, de blanco y oro, que se fue directo a porta gayola como aviso del ánimo con el que acudía a tan trascendental tarde. Codicioso el toro de salida y animoso el torero que brindó a las monjitas que le habían acogido desde niño y todo seguido arrancó la faena con un pase cambiado por la espalda de rodillas que en justa correspondencia puso al público en pie. Gran toro, por bravo y bonito, mantuvo la codicia inicial, la buena clase y la repetición. No se arrugó el toricantano que lo toreó sobre las dos manos sobreponiéndose a la calidad del toro y a la emoción del ascenso. Un pinchazo y una estocada pusieron un justo trofeo en sus manos. Su segundo toro tuvo un excelente pitón izquierdo que aprovechó el toricantano en buenas tandas al natural para todo seguido fallar a espadas.
Talavante, que recibió a su primero con lances a pies juntos, se mostró sobrado con la muleta, tirando de oficio, reteniendo la embestida noble pero huidiza del toro de Castillejo. Mantenerlo en los medios fue el secreto para que la faena fuese cogiendo cuerpo. Vistoso y creativo en el tramo final, lo mató y una estocada delantera que hizo guardia. Petición y saludos fue la valoración del respetable.
Al cuarto lo devolvieron a corrales después de ser picado y banderilleado. El toro acalambrado se fue recuperando y abandonó el ruedo en un perfecto galope. El sobrero, feo de cuerna y con poco estilo en sus embestidas, no gustó a nadie. Talavante volvió a sacar el oficio para aprovechar la virtud, prácticamente la única virtud que tuvo el toro, que fue la nobleza. El torero anduvo facilísimo, en justa correspondencia a las cualidades del toro. Las manoletinas y otras inas mirando el tendido demostraron mantener el mismo magnetismo de toda la vida hasta el punto de que la estocada final estuviese caída no le importó al respetable que pidió una segunda oreja que no concedió el presidente a cambio de una sonora bronca.
Tarde de cara y cruz de Emilio de Justo. A su primer toro ya lo toreó con enjundia a la verónica y le hizo faena de más a menos tal como fue el toro, siendo ovacionado. Lo más señalado llegó en el excelente quinto, un auténtico dibujo, bravo y noble como un tejón. Lo recibió con apretados y mecidos lances que levantaron justos oles. Un emotivo arranque de faena de rodillas, al que añadió un tropezón con el susto correspondiente acabó sumando más emoción si cabe a la apertura. Luego el trasteo fue un disfrute total, el de Castillejo metía la cara por un lado y por otro con una nobleza excepcional y encontraba templada respuesta del espada. En realidad era toda una invitación a emborracharse de toreo y eso es lo que hizo su matador. Media estocada en buen sitio (o eso parecía) una larga agonía e infinidad de descabellos aplacaron los justos entusiasmos que había levantado con la muleta. Dos avisos que pudo ser alguno más si el presidente hubiese aplicado rigor cronológico en un desenlace sorprendente e impensable momentos antes. Resumo, público santo, toro de vuelta al ruedo que no le dieron y torero poco autocrítico que acabó dando una vuelta al ruedo. Nada que restase felicidad a la afición utielana.
Finalmente, el trofeo del peso en vino al triunfador fue para El Niño de las Monjas, el recuerdo más íntimo para el gran Gavira, pintor y aficionado de postín que ya no está y señalar que tanto al comenzar como al acabar el ambiente en torno al olmo del patio de cuadrillas fue como ya no se recordaba. Utiel auténtico.
Utiel (Valencia). Sábado, 14 de septiembre de 2024. Toros de Castillejo de Huebra (4º bis), codicioso el primero; manejable y huidizo el segundo; bueno y noble el tercero; noble el sobrero que hizo cuarto; de excelente clase el quinto, merecedor de la vuelta al ruedo; y de buena clase el sexto. Alejandro Talavante, ovación con saludos tras petición y oreja con dos vueltas al ruedo; Emilio de Justo, ovación con saludos y vuelta al ruedo; y Jordi Pérez “El Niño de Las Monjas”, que tomó la alternativa, oreja y ovación con saludos. Entrada: Dos tercios. El Niño de Las Monjas tomó la alternativa con Único, de Castillejo de Huebra, número 11, castaño oscuro, de 460 kilos.