Esto ya no hay quien lo pare (salvo guerras o pandemias, que amenazas no faltan). Se sacó con nota alta Valdemorillo, elevado donde nunca estuvo por mor de unos empresarios valientes (Zúñiga y De la Serna) y un genio empeñado en derribar vicios y barreras (a los pueblos por qué no, debió decirse/torear poco por qué) y logró que la capital y sus baterías de ojos mediáticos viajasen en masa a la sierra (a la sierra a ver los toros, como cantaba Lorca que iba Antoñito el Camborio a Sevilla), es el efecto de ese Morante que galopa sin riendas, libre, para gozo del toreo (que cunda el ejemplo, que falta hace). Y no quedó la cosa del gozo torero en la sierra madrileña…
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