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Vocación de eternidad

Odian los toros porque son consustanciales a la cultura española. Son activistas que han aprendido que con la constancia de la gota de agua, capaz de horadar la roca, se consiguen los mismos resultados que con el enfrentamiento a cara de perro. Y a menor costo.

Esos “alienígenas” que atacan a la Fiesta desde todos los ángulos posibles, no están afectados de “pereza intelectual aguda” como ha dicho Calamaro. ¡Qué va!, saben muy bien lo que quieren y están dispuestos a esperar todo lo necesario para conseguirlo. Ellos tienen su plan, paciencia y sobrada “agresividad”, eso sí, para ejecutarlo si no les hacemos frente con una actividad permanente y decidida los aficionados y todos los que se mueven alrededor del hecho taurino. En realidad aspiran a acabar con España y todas sus señas de identidad y para lograrlo tienen vocación de eternidad.

Odian a España y todo lo que histórica y racialmente significa. Empezaron sustituyendo el nombre de España por “este país”. Nos acostumbraron a escribir “América Latina” en vez de “Hispanoamérica”. Nos fueron machacando con la idea de que en la Guerra Civil los malos fueron los que lucharon “junto a los militares, la Iglesia y el capital” contra “el pueblo”. Lo que no nos decían es que aquella República estuvo dominada por Stalin que colocó en los puestos clave del Gobierno, del Ejército y de la Cultura comisarios políticos que lo dirigían todo con mano de hierro.

Ya en los años cincuenta, el marxismo-leninismo adoptó la estrategia de camuflarse en el tejido social de la nación. Los premios literarios siempre los ganaba un escritor de izquierdas, aunque fuera camuflado de católico contestatario. Los de periodismo eran para periodistas rigurosamente marxistas, a veces con la etiqueta de derechistas redimidos. En los periódicos teníamos comisarios políticos disfrazados de sindicalistas, que mandaban en las redacciones como una dirección paralela a la de la empresa. Después salieron con lo de la “memoria histórica” sólo para los de un lado, los asesinados por el otro bando no cuentan. Se trataba de ganar en la paz, con otras armas, una causa que perdieron en la guerra.

El plan tiene raíces profundas. Odian los toros porque son consustanciales a la cultura española. Ahora mismo, si alguno de ellos me lee me estará odiando por escribir el nombre de España. Así es que querido Calamaro de perezosos intelectuales nada. Son activistas que han aprendido que con la constancia de la gota de agua, capaz de horadar la roca, se consiguen los mismos resultados que con el enfrentamiento a cara de perro. Y a menor costo.

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Vocación de eternidad

Paco Mora

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