Uno se fija. Para matar el tiempo, que es la mejor forma de aprovechar el tiempo. En los vuelos de los aviones me fijo. Qué idea más buena un avión. Nunca un espacio estuvo tan ordenado. Las filas, los pasillitos, los baños de Liliput, los armarios abatibles arriba, sus carritos de bebidas a medida del pasillo. Y el orden. 17C. Ventanilla. B. Pasillo. Perfecto. Y, además, vuelan. O sea, sin volar son perfectos. Pero es que vuelan. No es chiste. Por ejemplo, de llevar a mis hijos (antes, ahora me hacen un dedo si lo menciono) al McDonalds llegué a la conclusión de la perfección de su pajita de colores. Una obra de arte. Y además hay comida. Como el avión, además, vuela. Como en el ruedo: una estudiada y perfecta organización casi militar de peones, caballos, jefes de filas, en la lidia.
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