La revolera

El desafío de los mansos

Paco Mora
viernes 27 de septiembre de 2013

El supuesto “desafío ganadero” de ayer en Logroño fue la prueba del nueve de que todo ese guirigay que algunos arman en las redes sociales con la necesidad…

El supuesto “desafío ganadero” de ayer en Logroño fue la prueba del nueve de que todo ese guirigay que algunos arman en las redes sociales con la necesidad de que en los carteles de las ferias haya eso que ellos llaman “variedad de encastes” no es lo que necesita la Fiesta para recuperar la emoción de otros tiempos. De seis toros sólo uno, el de José Escolar, embistió y mal que me pese decirlo de un torero de los llamados modestos, su matador no estuvo a la altura de su bravura. Y digo modesto por la situación que ocupa en el escalafón, que por las explicaciones que dio a su floja actuación de modestia nada, más bien se justifico echándole la culpa a un adversario que sólo cometió el delito de ser bravo. Los demás toros (cinco) sólo sirvieron para darles unos muletazos de pitón a pitón y matarlos lo más dignamente posible. Esa es la realidad del “desafío ganadero” de la capital de La Rioja. Y el toreo desde Juan Belmonte  es otra cosa. 

La emoción no está en que el toro sea más grande ni en que luzca perchas para colgar todos los sombreros de España. En los años cincuenta, sesenta y setenta la mayor parte de los toros que salían a las plazas no habían cumplido los cuatro años, y se movían embistiendo como demonios porque eran bravos y estaban encastados. Y había emoción en los tendidos y las tardes se saldaban con siete u ocho orejas y algún que otro rabo. Que se lo pregunten a los toreros de aquellos años que todavía quedan vivos, tales como Pedrés, El Viti, Gregorio Sánchez, Andrés Vázquez y Curro Romero. Por cierto, pregúntesele a éste si con aquel toro (como digo, utrero casi siempre) hubiera podido estar en activo con cerca de setenta años como ha estado con el manso y descastado bisonte actual.

En definitiva, que lo que hay que recuperar es la bravura y sobre todo la casta, eso que algunos llaman fiereza que es lo que les obliga a los toros a moverse y a plantear batalla a los toreros. Lo demás es carne para los leones del circo y cuernos para hacer puños de paraguas. 

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