La revolera

México capital, crisis de empresa

Paco Mora
martes 20 de enero de 2015

La Tauromaquia sigue interesando en el país azteca. De lo que hay crisis es de empresarios capaces de confeccionar para la plaza más grande del mundo carteles que interesen a los mejicanos.

Si el señor Herrerías no se percató el pasado domingo día 18 de que es el único culpable de que la plaza de Insurgentes se haya convertido en una enorme exposición de cemento, es que necesita con urgencia pedir día y hora para el mejor oculista de la capital. Ese día quedó muy claro que la Tauromaquia sigue interesando en el país azteca. De lo que hay crisis es de empresarios capaces de confeccionar para la plaza más grande del mundo carteles que interesen a los mejicanos. Con carteles de auténtica charanga como los que está prodigando el más arriba citado, ni las golondrinas se sienten atraídas por planear sobre el monumental tauródromo mexicano.

El domingo pasado, Enrique Ponce metió en la Monumental capitalina medio aforo (alrededor de 25.000 espectadores), que además salieron satisfechos porque gozaron de un torero en plenitud, que armonizó talento, técnica, vergüenza torera, valor y gusto y abrió la puerta grande del gran coliseo, aupado en hombros por el entusiasmo de los que todavía no han arrojado la esponja de su afición al toreo serio y de calidad.

El próximo domingo vuelve Morante a esa plaza y sin querer hacer de profeta, porque es trabajo muy desacreditado, seguro que también habrá una buena entrada. Pero si la empresa Herrerías continúa después haciendo carteles con mentalidad de vuelo rasante como los gorriones, en vez de volar alto como las águilas, poco a poco la gente se olvidará del camino de Insurgentes.

Ya es sabido que los toreros que llevan público a las plazas cobran un dinero distinto al de tres desconocidos o tres muchachas, muy respetables pero sin el mínimo poder de convocatoria, pero para ser empresario taurino hay que saber arriesgar. Y del trapío del ganado que se lidia en la plaza Monumental de México, líbrenos señor. Allí los toros siguen teniendo cuernecicos de hombre, versus Fermín Murillo que en gloria esté. La Fiesta sigue teniendo a sus enemigos dentro.

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