“Fue muy bonito todo lo que viví ayer, ver la cara de felicidad de la gente y comprobar como el público se ilusionó con mi toreo es algo muy gratificante para un torero. Con eso es con lo que me quedo. Más allá de las orejas, mi objetivo era conectar con los aficionados y que hablasen de mí como lo están haciendo”. De este modo desgrana Víctor Barrio las sensaciones que le fluyen al recordar el éxito de ayer en el cierre de la feria de Valdemorillo. “Tenía poco que perder y salí relajado. Sabía que me jugaba mucho pero fui capaz de entregarme y abandonarme a mi toreo. Cuando sentí que los tendidos estaban conectados a lo que hacía, me sentí feliz”, subraya el diestro segoviano.
“¿Vértigo? Sí, claro que tengo vértigo por haber cortado estas tres orejas y que se hable tanto de mí; pero mucho más me daba verme entrenar solo y sin que nadie confiase en mí”, reconoce Barrio antes de asegurar: “Soy muy consciente de la dimensión que di, de mis defectos y de mis virtudes, pero sé que he dado un nivel que lo tengo que seguir marcando a partir de ahora”.
De su primer oponente destaca “la exposición de toda la faena, pues el toro no regalaba nada”. Y del sexto “lo cerca que me lo pasé. Hay quien dice que tardé en acoplarme con él. Es posible. Intenté torear largo y profundo y cuando comprobé que no era posible opté por relajarme y emocionar al público en las cercanías”. En ningún momento se planteó buscar un indulto, aunque parte del público apostara por ello: “Era el momento de atacar con la espada. Si me lo pienso y empiezo a provocarlo se hubiese puesto muy difícil para entrar a matar”, reconoce.
Ahora la pregunta estriba en la recompensa. El torero de Sepúlveda lo tiene claro: “Aquí sirve todo, hasta estar bien en un tentadero. Ayer me vieron los aficionados, los profesionales y las empresas. Fue una sorpresa para mucha gente. Para torear más de cuatro corridas que toreé el año pasado seguro que me sirve. No es algo que me preocupe, mi mente es seguir así y estar a este nivel en la próxima”.