El Cuarto Tercio

Grande Barcelona, pobre Barcelona

Nacho Lloret
sábado 01 de octubre de 2011

Quedaba el domingo, el cierre, la consumación de un absurdo. Pero lo sucedido la víspera en la Monumental fue suficiente como para expulsar de dentro esta reflexión…

Quedaba el domingo, el cierre, la consumación de un absurdo. Pero lo sucedido la víspera en la Monumental fue suficiente como para expulsar de dentro esta reflexión:

¡Qué torpeza! ¡Qué irresponsabilidad! ¿Cómo se puede empobrecer una ciudad de tal manera?. ¿En nombre de qué o de quién se actúa contra las entrañas de una ciudad? Esos que hablan y no paran de identidad y hacen de ello causa política y existencial se han cargado de un plumazo la identidad de Barcelona. Han atentado contra su esencia, contra su historia, le han cortado la respiración. Pero su talibanismo, su sinrazón y su ignorancia les impide entender a su ciudad en la plenitud de un día de toros.

Ningún rencor a Barcelona. Pocos escenarios han acogido y han dado tanto al toreo como lo hizo la Ciudad Condal. Lo dice un madrileño, madridista y todo lo madrid que ustedes quieran que asistía este fin de semana por primera vez a los toros en la Monumental. No cabía mayor emotividad, mayor comunión y conexión entre la grada y el ruedo. Mayor expresividad e implicación en cada verónica de Morante, en ese par de banderillas del de la Puebla paradigma de la torería, de la pureza y de la verdad, en aquel estoconazo de El Juli al quinto resumen de su entregada e incontestable tarde al servicio de la memoria de un día histórico, de la artesanía armónica de Manzanares que moldea de manera insuperable la figura del ser humano con la del toro. Todo ello se sublimó en la Monumental más que en ninguna otra parte. Y la juventud, sí, digo bien e insisto, la JUVENTUD, esa que no va a los toros según algunos de discurso rancio y caduco, decía que la juventud catalana o sea el FUTURO, se llevó a los tres en hombros cortando las calles en una manifestación espontánea, libre, alegre, vitalista pero a su vez desgarrada por la rabia de la prohibición.

Y allí quedará Barcelona, llorosa y huérfana de pasión y vivencia artística, secuestrada por aquellos que vendiendo intenciones modernistas, europeístas, cosmopolitas y de vanguardia la están convirtiendo en un reducto empobrecido, le están extrayendo el jugo de su esencia y de su historia verdadera y la están rellenando de un batiburrillo de conceptos impersonal, aburrido y sectáreo.

Pero nos da igual, las personas, sobre todo los estúpidos, pasan y las leyes se cambian y más cuando son injustas y no van a favor del pueblo sino en su contra. La historia, la esencia, las vivencias de una ciudad quedan y nadie acabará con el espíritu de una Barcelona que gritó al mundo de manera descomunal su amor y su pasión por el toreo y su necesidad de sentirse taurina. ¡Gracias Barcelona!

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