Lo bueno de lo que no está previsto es que sorprende. Lo que no se anuncia o lo que no se define de inmediato tiene la capacidad de sorprendernos. Si nos sorprende de forma positiva, aporta felicidad, y si lo hace de forma negativa, como es sorpresa, defrauda menos. Un toro menos previsible puede lograr estas dos cuestiones, pero, sobre todo, logra que el espectáculo se mantenga muy vivo para el público y también para el aficionado más entendido.
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