Negar que la de los toros sea la Fiesta más genuinamente española fuera gollería. Y eso sólo se puede poner en duda por ignorancia o por mala fe. Por eso resulta del todo incomprensible que a los políticos actuales no se les vea ni por casualidad en una plaza de toros, salvo excepciones como Pío Escudero, Esperanza Aguirre, José Bono, Pepote de la Borbolla y Alfonso Guerra, militantes de los dos partidos más votados del país. También han sido asiduos -estos de la Monumental de Barcelona- Montilla, Martí Jusmet, Armet, Rodolf Guerra e incluso -él mismo me lo dijo hace muchos años- Jordi Pujol, que de jovencito asistía a las corridas de toros con su padre que estaba abonado a la plaza barcelonesa.
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