Después de los seriales de El Pilar en Zaragoza y de San Lucas en Jaén, últimas citas feriadas del año taurino, ha llegado el momento de hacer balance. La temporada ha ofrecido momentos inolvidables en el aspecto positivo. Lo más cercano en el tiempo fue la alegría de ver embestir a un novillo ideal de Daniel Ruiz, comiéndose la muleta por abajo con codicia, movilidad, bravura y nobleza tales que uno trata de remontarse en sus recuerdos y no encuentra otro igual ni siquiera parecido. Y no digamos mejor, porque eso sería un milagro y los milagros no existen en la cría del toro bravo. El Cid lo indultó con la faena más completa y artística que soñarse pueda. A tal señor, tal honor. La efemérides tuvo lugar en el festival celebrado en Albacete en beneficio de las hijas del banderillero Manuel Montoya, recientemente fallecido. El festival en sí fue otra demostración de la grandeza y generosidad del toreo. Bien por Niño de Belén, que lo organizó...
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