La faena de Román al cuarto de la tarde fue de gran intensidad. A la emoción que tuvo el propio trasteo por la bravura del de Santiago Domecq y la apuesta sincera del valenciano, se sumaron varios momentos de angustia. Hasta en dos ocasiones cayó al suelo Román, viviéndose en la segunda de ellas unos instantes interminables en los que el toro levantó al valenciano los pies del suelo y cuando éste cayó a la arena se libró por milímetros de la cornada. Afortunadamente Román se sobrepuso, aparentemente, solo con el vestido roto.