Tenía curiosidad por saber lo que opinaba Marcial Lalanda, una auténtica enciclopedia taurina, sobre la presidencia de las corridas de toros. Por eso he consultado el libro en el que, ayudado por Andrés Amorós, vierte su tauromaquia y sus opiniones sobre todo lo divino y lo humano del toreo. Y lo cierto es que mucho antes de que toreros, ganaderos, empresarios y gran parte de los aficionados se decantaran porque la Fiesta abandonara el Ministerio del Interior para ser adscrita al de Cultura, Marcial se manifestaba sobre la conveniencia o no de que los policías ocupen el palco presidencial. Salió del paso dando una de pares y otra de nones. Claro que si pensamos en los tiempos en los que al toledano le tocó ejercer su largo magisterio en los ruedos -más de treinta años entre becerrista, novillero y matador- no es de extrañar que nadara y guardara la ropa tratándose de un asunto que podía ofender o irritar a algunos que todavía no habían perdido la costumbre de levantarse la solapa y espetar aquello de “usted no sabe con quién está hablando”.
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