La historia de Alberto Donaire es la de un niño que abandonó su tierra natal, La Rioja, para forjarse en una de las mejores canteras de toreros en la actualidad, la Escuela de Tauromaquia de Valencia. Donaire asume esa etapa como parte del aprendizaje y lleva con orgullo sentirse un valenciano más. “Lo que soy como torero se lo debo a Valencia”, afirma. Fruto de ese esfuerzo y sacrificio, el 9 de marzo tiene una oportunidad de oro con un escaparate de lujo para que la afición sepa quién es Donaire. Sus buenas formas y su temple son cualidades que ya ha mostrado en su etapa sin caballos, y tras el debut con los del castoreño el pasado septiembre en Algemesí, afronta la cita fallera como un reto. Será su segunda novillada picada.
-¿Cómo están siendo estos meses de invierno?
-Me noto muy bien, noto que mi muletazo ha ganado en profundidad y en pequeños matices que te hacen crecer como torero. Me siento con muchas ganas de que llegue el día 9 en Valencia.
-¿Cómo estás gestionando el salto de escalafón y el aumento de la exigencia?
-Los retos grandes tienen una mayor recompensa. Lo llevo con tranquilidad y disfrutando cada instante, Valencia es una plaza exigente pero sabe valorar cuando uno está realmente bien delante de la cara del toro. Esa exigencia, más que intimidarme, me motiva para seguir creciendo.
Alberto Donaire, en la finca El Cortijillo, de la ganadería de Alcurrucén.
Los inicios en una profesión siempre son duros, a eso hay que añadirle el extra de intentar ser matador de toros. Alberto Donaire dejó su tierra y sus amigos persiguiendo un sueño, y el cartel del 9 de marzo en Valencia es la oportunidad perfecta para demostrar de qué están hechos esos sueños. “Tampoco fue algo duro, quizás era muy pequeño, llegué a Valencia con apenas doce años, me vine muy contento porque sabía que venía a cumplir mi sueño. Ha pasado el tiempo y, a pesar de ser riojano, me siento un valenciano más, sé que hay mucha gente que me apoya, me aprecia y me quiere, me han visto desde pequeño. La tarde del 9 de marzo será especial, será mi segunda novillada picada y espero dar todo de mí y mostrar mi entrega a toda esa afición que tanto me ha dado en este tiempo”, comenta.
“Los retos que son grandes, y la novillada de Valencia lo es, tienen una mayor recompensa”
Alberto le quita hierro a su historia, trata con normalidad lo que para muchos hubiera sido un mundo, dejar su casa con doce años. El 9 de marzo verá recompensado ese sacrificio. Un cartel de campanillas entre los de su clase le espera en el coso de Monleón. Peñaranda y Navalón, en quienes el aficionado tiene puesta también sus miras, serán sus compañeros de cartel. Los novillos, de Chamaco. “Es un premio a esa pelea. Es bonito que te sepan reconocer y dar la oportunidad de verte anunciado en un cartel como este en Fallas, con dos compañeros que están en un momento extraordinario y en una plaza en la que todo el mundo quiere estar. Me lo tomo como una recompensa a toda mi trayectoria como novillero sin caballos aquí”.
-Acaba de aterrizar en el escalafón de los novilleros con caballos, su debut se produjo hace apenas seis meses, ¿qué espera de esta etapa?
-Creo que lo mismo que le diría cualquier compañero, torear muchísimo y disfrutarlo. Al final es la clave, para el toro y para la vida. Cuando uno está feliz eso se transmite y hace que el aficionado y la gente que te sigue tenga ganas de volver al día siguiente a la plaza. También quiero ser fiel a lo que he estado buscando hasta ahora y crecer como torero.
Y después de Valencia, ¿qué?, preguntamos: “Me han dicho algún compromiso más pero todavía no sé decirle porque no está confirmado, dentro de poco se irá sabiendo, pero por el momento me centro en Valencia. Esto es partido a partido como dice el Cholo. Siempre se ha dicho despacito ycon buena letra, y eso haré”.
