15 de abril de 2010

Alejandro Talavante

A puerta cerrada... y con El Juli de espectador
Alejandro Talavante
miércoles 12 de mayo de 2010

Estaba previsto que matara un toro en la finca de José Luis Marca, pero como el día se puso feo embarcamos para El Freixo, la finca de El Juli…

Ayer pasé un día fantástico. Estaba previsto que matara un toro a puerta cerrada en la finca de José Luis Marca, pero como el día se puso feo embarcamos el toro junto a tres vacas y nos llevamos los animales a El Freixo, la finca de El Juli, que está al lado de la de Marca y tiene una plaza cubierta fantástica. Allí eché toda la mañana toreando con Julián como espectador. Las vacas sirvieron todas, se hartaron de embestir, y el toro sacó esa nobleza que permite ponerse en ese sitio en el que los animales empiezan respetándote y acaban entregados. Técnicamente me encontré muy redondo, en la línea de cómo he estado en las primeras ferias. ¡Por cierto, con la espada anduve bien! Como para el campo utilizo una espada menos afilada para que haga menos daño, me dio tiempo a entrar a matar varias veces y sólo pinché en una ocasión. Quiero llegar a Sevilla con la tranquilidad de saber que, si cuajo un toro, no se me va a escapar. Necesito coger la espada sin inseguridades de ningún tipo, estando tranquilo de que voy a matar los toros bien y por arriba. Sé que estoy en el camino; de hecho, en el campo llevo estoqueados varios toros muy bien. Entre Julián y yo nunca hablamos de cómo hemos estado; en todo caso hablamos de las condiciones del animal o de algunas cuestiones técnicas, pero ambos sabemos perfectamente cómo ha estado el otro. Es como una especie de sexto sentido que nos evita comentar la jugada… Por la tarde volvimos a casa de José Luis Marca, que nos invitó a comer antes a El Juli, a mi apoderado y a mí, y después vimos por televisión la corrida de Sevilla. Es bueno sentir al público, ir palpando el ambiente e ir cogiéndole la medida a la gente. A mí por lo menos me sirve para ir metiéndome en la corrida, que, además, ya la tengo a la vuelta de la esquina. Por la noche, después de cenar y antes de acostarme, cumplí con mi manía de ensayar cincuenta muletazos por cada pitón. Con ellos procuro corregir todos los defectos que me haya encontrado a lo largo del día y sirven para que pueda acostarme más tranquilo. Es una costumbre que tengo desde hace tiempo, y no creo que la cambie. Hoy toca jornada en lo de Cuvillo, seguid atentos, os mantendré informados…

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