Cuando este maldito año bisiesto busca las tablas, nos llega desde San Fernando la triste noticia de la muerte del torero y amigo Baldomero Ortega Domínguez, hermano de Rafael, aquel grandísimo torero conocido justamente como “El tesoro de la Isla”.
Con él mantenía frecuentemente largas charlas telefónicas sobre toreros y ganaderías. Seguía fielmente el curso de la temporada. Prensa, radio y televisión. A sus 93 años mantenía una memoria increíble y en cuanto podía se plantaba en el Ateneo de Cádiz participando en las tertulias. Un ejemplo de afición. Su hermano Rafael lo retiró de novillero y lo integró en su cuadrilla los años que estuvo en activo. Muy eficaz y seguro con el capote, le valió para estar con otros matadores como Gregorio Sánchez, donde llegó a alcanzar en una temporada el centenar de festejos. Más tardes actuó con Paquirri, Luis Parra “Jerezano”, Limeño y Ruiz Miguel. Con Paquillo, como le llamaba a Ruiz Miguel, protagonizó una anécdota que le sirvió de mucho en sus comienzos. Había actuado de novillero en Zaragoza y la tarde no rodó bien para el de San Fernando. Cuando terminó la novillada con la cuadrilla en el coche, no permitió que Ruiz Miguel subiera al coche, dando órdenes al chofer para que arrancara dejando tirado al torero, quien tuvo que llegar al hotel en un taxi. Baldomero era un profesional exigente.
Para el maestro, cuando terminaba la temporada se buscaba otra llevando gallos de pelea a Venezuela, Colombia, las Islas Martinica… entre otros lugares americanos. Era un buscavidas ejemplar. Sus pollos preparados y entrenados por él, en su finca de Chiclana, estaban muy cotizados.
Le echaré de menos en nuestra charlas semanales. Estaba al tanto de cuanto sucedía en el toreo. Un ejemplo. Al terminar nuestra charla siempre me pedía que no tardará en volver a llamarle. La mente le funcionaba perfectamente aunque las piernas le fallaban. Siempre en el recuerdo, maestro.
