BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
El maestro repasa el nuevo terno. Foto: MENACHOEl maestro repasa el nuevo terno. Foto: MENACHO

Capea, bendita locura por un día

José Luis Benlloch
domingo 05 de junio de 2022
Toreará una corrida con su hijo y su yerno para celebrar sus bodas de oro como matador: “Tengo el valor y la salud para poder hacer lo que nunca se hizo”

El Niño de la Capea, que pese al alias ya es hombre curtido, talentoso y bravo, en realidad lo fue siempre, torero figura y charro de bien, anda estos días empeñado en una locura que solo puede experimentar un torero, que solo lo puede comprender un torero, celebrar el cincuenta aniversario de su alternativa, vistiendo de luces y lidiando una corrida de toros de su propia ganadería cuando está próximo a cumplir los setenta brejes. No hay antecedentes. El evento, que ha levantado gran expectación acorde al prestigio del protagonista y a que nadie se atrevió nunca a tanto, tendrá lugar el domingo 19 de junio en Guijuelo con unos compañeros de terna muy especiales, su hijo Pedro y su yerno Miguel Ángel Perera, a quien da consideración de hijo, en realidad nada que vaya a suponer ventaja ni para unos ni para otros, pensar eso supondría no conocerles, y unos y otros están de sobra contrastados en cuestiones de amor propio. “Comenzaron preocupados en los tentaderos de preparación que hacíamos juntos -comenta el maestro-, se les notaba, pero ahora los veo muy estimulados. Me gusta que sea así, otra cosa no la entendería”.

“Matar distintos encastes enriquece a los toreros”

Será una reaparición por una tarde, “la locura no da para más”, bromea, y ha elegido para la ocasión, en realidad se lo han elegido los nietos, un vestido azul marino y oro de la aguja que no quiere decir otra cosa en el lenguaje castizo que de riguroso estreno.

El maestro, más allá de la satisfacción personal de hacer lo que nadie pudo hacer, “ahora que todavía tengo valor y salud para poder hacerlo”, tiene ilusión en que al menos por una tarde lo puedan ver los jóvenes aficionados que no alcanzaron a disfrutar de su época. La decisión tiene también mucho de reivindicación de aquellos tiempos duros y difíciles para las figuras, nada valorados todavía, en los que tuvieron que enfrentarse al cambio de modelo del toro -se comenzaron a lidiar con cuatro años tras un largo tiempo en el que se abusó del utrero y a exigirse un mayor peso- y a una crítica especialmente dura surgida como reacción a una larga época en que el halago estaba tarifado en ventanilla.

MEJOR PERO…

“Hoy se torea mejor que nunca…”, la sentencia tiene la firma de Capea que seguidamente abre un paréntesis en su manifestación como si se parase ante el toro para matizar y situar definitivamente el tema. “Ahora se torea rozando la perfección muchas tardes pero a un mismo modelo de bravura, lo que da pie a un toreo muy pautado, muy uniforme, que limita la dimensión artística de los toreros respecto a la que generaba la variedad de encastes de entonces que nos enriquecía”, y sigue puntualizando sobre los toreros de su tiempo: “Poníamos más alma en la plaza, más vida, aunque fuésemos más toscos o menos artísticos. Eso se notaba, los públicos lo captaban muy pronto”.

A mí me gustaba lo de Arranz, tocado en Graciliano, a otros compañeros no, así que cuando podía los imponía. Ellos hacían lo mismo con otras ganaderías

El maestro fue primera figura en los tiempos en que los de su rango tenían que enfrentarse a una gran variedad de encastes: se las veían con los domecq, con los torrestrellas, que eran domecq pero menos o más personalizados de la mano de don Álvaro, con los núñez, que todavía vivían su esplendor entonces por la vía de Manolo González, también con los parladés de Atanasio, con los santacolomas, los arranz, que tenían su parte de graciliano y, por tanto, eran de tiro duro, con los pablorromeros, victorinos, a seis nada menos se enfrentó él una tarde en Madrid sin mayor necesidad que su satisfacción personal…, y eso exigía mucha ciencia además de mucha capacidad lidiadora. El resultado era como dice el maestro y estoy de acuerdo, un toreo menos limpio, con más imperfecciones, pero aun a riesgo de parecer un nostálgico de aquella época, más atractivo, menos previsible y consecuentemente con más emoción.

Capea según los lápices de Moratalla Barba.

En su última comparecencia en tierras valencianas, plaza en la que en su tiempos de figura alcanzó grandiosos triunfos -también los tuvo como ganadero- habló del toro actual: “Es más previsible, más dominable y genera menos incertidumbre. Hoy día se sale a la plaza con menos sensación de aventura”… Y lo documenta: “Entonces te anunciabas con una de Manolo Arranz y te podía salir uno tirando a la rama de Antonio Pérez o a la de Graciliano y entonces era otro mundo; te anunciabas con la de Atanasio y lo mismo te salía uno más bravo que un tejón que otro manso perdido… Y esa diversidad de comportamiento generaba interés, le daba cierta intensidad a la corrida”.

“El toro actual es más previsible, más dominable y genera menos incertidumbre. Hoy día se sale a la plaza con menos sensación de aventura”…

Y finalmente desvela las estrategias de las figuras en cuestión de ganaderías. “A mí me gustaba lo de Arranz pero a muchos de mis compañeros no, así que cada vez que podía los exigía y al revés lo mismo, ellos pedían los que menos me iban a mí de tal manera que le dábamos variedad y competencia a los carteles. Se trataba de fastidiar al otro y eso era un estímulo más”, dijo en su charla.

Eran los modos y hábitos de la tauromaquia de unas décadas prodigiosas (los ochenta y los noventa) en las que el Niño de la Capea sentaba cátedra en los ruedos, y que ahora va a ser posible reeditar por un día, el 19 en Guijuelo, la locura no da para más.

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