BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Cuarenta años de sueños y formación

José Luis Benlloch
lunes 07 de agosto de 2023
La escuela de Tauromaquia de Valencia, en el podio de las mejores de su género; el certamen de Julio se ha convertido en la joya taurina de la corona

Sobrados de sueños y ligeros de equipaje. El hatillo al hombro, los más próximos le llamábamos maco, un cacho de pan, una tajada de tocino aportada por un alma caritativa de las que siempre había, los tomates pispados en una huerta del camino, la gorrilla como símbolo, un poco ladeada mejor, una muda, una muleta andrajosa y a la carretera. Y partir de ahí el asalto a los cercados, la tapia en los tentaderos de las grandes ganaderías -en otras no dejaban pasar de la linde-, también el desasosiego familiar ¿qué será de mi hijo?… el drástico “o llevarás luto por mí” como amenaza y la novela mental de cada cual, era la gloria o era el lumpen… todo aquello en el toreo actual es historia. Ahora privan las escuelas taurinas. Menos romanticismo y más lógica social. Está bien, es necesario, pero no es lo mismo.

En ese marco actual, la Escuela de Valencia vive un momento de esplendor cuando acaba de cumplir cuarenta años desde su fundación oficial. Más allá de la triunfal irrupción en la temporada española de Nek Romero, uno de sus últimos productos, puede presumir de cifras y eventos espectaculares. El concierto de escuelas taurinas que organiza dentro del programa de la reciente Feria de Julio ha sido todo un éxito, en lo artístico por el nivel mostrado por los aspirantes y también por la notable asistencia de público; el número de tentaderos de formación en el que han participado este curso sus alumnos, que han desbordado todas las previsiones, es otro hito del que vanagloriarse; finalmente, la programación total de festejos públicos en los que han actuado sus educandos, pese a las pocas plazas disponibles en la provincia para estos eventos, es la tercera pata del banco que respalda su trabajo; cifras todas ellas que hablan de la buena salud de la escuela y la consolidan en el podio de las mejores de España.

A la escuela llegan atraídos por el resplandor del vestido de luces, pero también por el aura de héroes que envuelve a los grandes maestros, en otro tiempo pesaba mucho el atajo económico que permitía a los triunfadores escapar de la pobreza y el ascenso social que conllevaba ser torero, y ni antes ni ahora, nunca, ha sido fácil ser torero ni mucho menos figura. En la actualidad hay matriculados medio centenar de alumnos. Ninguno tiene asegurado la gloria de los ruedos, pero sí una formación sólida en valores que le ayudará a afrontar la realidad de la vida.

El concierto de Julio, tres festejos consecutivos en la plaza de Valencia, como preámbulo del abono de festejos mayores, se ha consolidado los últimos años y se ha convertido en la joya de la corona. Convoca a los alumnos más destacados de España, Francia y Portugal, una especie de concurso europeo del toreo en tres tardes consecutivas, con reses de primera categoría. Su celebración colabora definitivamente a darle robustez al cuerpo de la legendaria Feria de Julio que, por razones diversas, se ha adelgazado en exceso los últimos años.

Que se celebre bajo la fórmula de clases prácticas es parte clave de su éxito. Que se respete toda la liturgia y exigencias de las corridas profesionales sin más limitaciones que las pedagógicas, generan situaciones a las que tendrán que enfrentarse en el futuro los alumnos y les curte para encarar la presión del público; esta fórmula le confiere además una viabilidad económica que las estructuras profesionales no alcanzan. En su última edición han participado tres alumnos de Valencia, Alberto Donaire, Bruno Gimeno y Juan Alberto Torrijos, que han rayado a excelente nivel en competencia con alumnos de otras escuelas que en compensación devolverán a los chicos de Valencia los puestos que han ocupado en sus programaciones. Otra de las ventajas de que se produzca bajo el modelo de clase práctica es la de permitir el acceso libre a la plaza a los aficionados, cuestión que le convierte en otra vía de fomento de la tauromaquia.

Pese a estar en una clara desventaja con las escuelas, tanto en el número de ganaderías en la zona como de plazas, la escuela de Valencia ha crecido exponencialmente en los últimos años tanto el número de reses tentadas en el campo, han pasado de 17 vacas en 2015 a 200 en 2022, según fuentes de la propia escuela que asegura que en este 2023  torearán 250; incremento que en el capítulo de novilladas y clases prácticas es igualmente espectacular al haber pasado de 25 (seis novilladas y 19 clases prácticas) en 2015 a nada menos que 99 en 2022 (43 novilladas y 56 clases prácticas).

El subidón de la escuela tiene nombres propios. Toni Gázquez, que es director del Centro de Asuntos Taurinos de la Diputación que, además de la escuela, acoge la plaza de toros y al museo, y el cuadro de profesores compuesto por Víctor Manuel Blázquez y José Manuel Montoliu, ambos ex alumnos de la misma, sin olvidar a Juan Carlos Vera, jubilado recientemente.

La Escuela, que ha cumplido cuarenta años de existencia, ha contado siempre con el respaldo de los dos partidos (PSOE y PP) que han gobernado en ese tiempo la corporación provincial, ha mantenido una máxima: enseñar la técnica y los secretos de la lidia y respetar los estilos y personalidad de cada alumno. El detalle ha permitido la aparición de diestros tan dispares en lo artístico como el propio Blázquez, Juan Carlos Vera, Carrión, José Calvo o Tomás Sánchez, entre los treinta y tres matadores de alternativa que se formaron en sus aulas y ruedos. Y ahora toca insistir, al éxito torero se llega a través de las escuelas o se hace todavía más difícil. O imposible.

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