Gran tarde de Manuel Escribano que le cortó la oreja a los dos de su lote, al primero a costa del toreo bueno, largo, quieto y profundo, al segundo por bemoles, en uno afinó los violines (evolución se llama eso) al otro le montó una tamborrada; magnifica corrida de Criado Holgado con dos toros cumbre, primero y sexto, dos excelentes, segundo y quinto y dos parados y nobles. Una oreja por coleta cortaron Román en su primero y Álvaro Lorenzo en el sexto al que toreó con gusto y templanza. Sucedió en Utiel. Fiestas de la Virgen del Remedio, conmemoración que no se entendería sin toros. Este 2023 la Utielana que estrena propietario, el ayuntamiento, apareció guapísima. No es demerito de los anteriores, ni mucho menos, teniendo en cuenta que La Utielana, sociedad compuesta hace más de cien años por los prohombres de la ciudad, la construyeron, la conservaron, le dieron lustre y la dotaron de la mejor historia, superaron las peores tormentas sociales, culturales y económicas y la trajeron hasta aquí, así que honores a tan señera sociedad que ahora ha dado un paso al lado con gran generosidad.
Una tarde de toros en Utiel tiene su liturgia de obligado cumplimiento y sus personajes imprescindibles. Y ayer todo y todos estaban donde deben estar en Utiel. Lo confirmo, pasé lista: encuentro a la vera del olmo del patio de cuadrillas, sí; desfile de la Unión Musical, gran banda, también; Rafa Pons, torilero por derecho de herencia, en su sitio; las reinas de las fiestas, los “40 Pavos” mostrando poderío gastronómico en el Vegano, el equipo médico del doctor Carbonell, seguramente el grupo que más catedráticos en la materia concentra en un burladero, las mulas y jacas de Platero, perfectamente enjaezadas, el nuevo concejal de asuntos taurinos Rubén Murcia cargado de ilusión y dispuesto a devolverle a la plaza su categoría de siempre.
Al terminar se acordaba uno de la categoría del toreo de Escribano cuando tocó torear, de sus lances de apertura y sus naturales rematados muy, muy atrás y cuando hubo que atacar en su segundo al que le aplicó técnica para sacar lo que tenía el de Criado Holgado, se montó encima cuando tocaron a arrebato y lo despachó de un soberano volapié para asegurar la puerta grande que le había pispado una extraña (¿) cicatería presidencial; me acordaba de la injusticia con el ganadero por el mismo extraño motivo que dejó sin el premio de la vuelta al ruedo a dos ejemplares; del buen toreo de Lorenzo al sexto y también del esfuerzo con poco premio de Román. Camino de casa me cuentan que colmaron a Escribano del buen vino de la tierra que es una manera perfecta de reconocer a uno y a otro, al torero triunfador y a la tierra.
