El cuarto tercio

El canal 69

Nacho Lloret
lunes 02 de mayo de 2011

Lo confieso: estoy enganchado. Desde hace un mes, nada más terminar la Feria de Fallas me meto sobredosis del canal 69. El problema es tal, que me está causando un conflicto con mi familia…

Lo confieso: estoy enganchado. Desde hace un mes, nada más terminar la feria de Fallas me meto sobredosis del canal 69. El problema es tal que me está causando un conflicto con mi familia. Se acabaron las noches entrañables compartiendo sofá contemplando todos juntos la televisión. Ahora es coger el mando, y mi mujer y mi hija salen despavoridas hacia la tele de la cocina dejándome en la soledad del salón con mi canal 69.

Lo que más me sorprende es que yo nunca fui de esos. No tengo Play Station, ni consolas parecidas. Aunque mi empresa los tenga a nivel personal no frecuento ni escribo en blogs, facebook, twitter o redes sociales similares a pesar de que ello me desconecte de estar a la última y me descalifique para ser considerado empresario ye-ye conectado con la juventud de hoy. Pero el canal 69 y sus corridas me tienen loco.

Creo que en la últimas semanas he visto más a Molés y a Antoñete que a mis padres y entre tanto consumo de toros y de revisar corridas de hoy y de ayer hay una realidad que me atormenta. Muchos toros de los lidiados en los noventa en Madrid en corridas triunfales y que se han emitido durante estos días, hoy no pasaban en Las Ventas de novillos ni por casualidad y son muy similares o por debajo, incluso, a algunos de los toros censurados con razón por su trapío en la pasada Feria de Fallas. Sin embargo, hace quince años eran admitidos sin un pito en la primera plaza del mundo y se les hacían faenas que hoy todos recordamos por toreros que, algunos de ellos, siguen en activo.

No sé si es que entonces no se llegaba o es que ahora nos pasamos, pero lo cierto es que los mismos toros que antes todos consentíamos, hoy nos chirriarían y serían motivo para levantar en armas los ejércitos defensores de la integridad de la Fiesta incendiando columnas, blogs y redes sociales.

No quiero con este comentario justificar la presentación de ciertos toros puesto que soy un convencido de que el toro de lidia, y más en una plaza de primera, debe imponer respeto y tener la seriedad suficiente como para dar categoría y credibilidad a lo que se haga delante de él. Esa es una esencia radical del espectáculo y más en los tiempos difíciles que vivimos donde cualquier desliz nos debilita ante el acechante enemigo.

Pero esa evolución del toro de lidia y el incremento tan evidente en la exigencia en cuanto a su trapío es una realidad que seguramente no está de actualidad ni es motivo de debate y que quizá sería interesante poner encima de la mesa. Es muy fácil: compárese una foto de un toro de Madrid de San Isidro 1994 con cualquiera de los que se lidie en el mayo próximo o, mejor aún, con cualquiera de los novillos que saltaron al ruedo venteño en este inicio de temporada.

Planteado el tema sólo cabe apelar al equilibrio, sensatez y a la responsabilidad de todos los que tenemos algo que ver en esto: profesionales, crítica y afición. Tan importante es mirar al futuro como saber mirar atrás, para saber a dónde queremos ir es fundamental recordar de dónde venimos.

Y un consejo, engánchense al canal 69, verán cómo les pone.

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