El Fandi es sinónimo de fuente inagotable de entrega. Asumió remontar una temporada a la par que iba reencontrándose con el estado de forma y lo hizo marcando, una vez más, un ritmo vertiginoso. Superó los cuarenta festejos y se llevó en el esportón más de un centenar de orejas y nueve rabos. Números que hablan de un torero por el que no pasan los años y, lejos de perder tirón, sigue siendo estandarte de masas. Poco se le cantan sus virtudes capoteras y el temple cargado de recursos que atesora. Él mismo habla de su temporada, sus retos y su lesión, que tantos problemas le ha traído este 2023.
-Pasan los años y sigue incombustible.
-Nunca me ha gustado mirar mucho los años sino buscar sensaciones y la verdad es que pasan las temporadas y sigo buscando cosas, tratando de mejorar y eso hace que la ilusión se renueve. Si te estancas, te acomodas, pero si a la vez que cumples años sigues buscando resolver inquietudes que años atrás no buscabas aún, la ilusión crece más. Día a día en el campo vas viendo que salen cosas que hay que transportarlas a la plaza y con esa motivación antes o después tienen que salir.
-Al 2023 venía con el reto personal de los miura en Sevilla pero su lesión lumbar le impidió hacer el paseíllo, ¿cómo afrontó la situación?
-El batacazo de Sevilla fue muy gordo. La hernia apretó días antes. Era una corrida muy especial para mí. La había preparado con mucho interés y quería que pasaran cosas. Manuel (Escribano) y yo nos la habíamos preparado en banderillas; sabíamos que podían surgir cosas importantes. Verme el día antes incapacitado, buscando soluciones a contrarreloj hasta última hora que lo dimos por imposible; aquello fue lo que peor me sentó. Mucha gente habló, se dijeron muchas tonterías, y eso personalmente me sentó muy mal.
-Había que pensar en volver.
-Tuve que cambiar el chip, empezar a trabajar en cuanto tuve opción. Reaparecí en menos de un mes en Granada, inviable desde el punto de vista médico. Sin estar al 100 %, he ido a remolque, buscaba mi forma física, las sensaciones y estar a la altura todas las tardes. Lo importante era que el público no notase esa carencia. Psicológicamente ha pesado mucho. Fue todo trabajo, trabajo y trabajo, le eché mucho tiempo, pero al final feliz porque fue un trabajo duro al que vi recompensa.
-¿Se plantea repetir algo especial como lo de Sevilla?
-Sí. El fin no es solo anunciarte con una corrida de Miura para matarla. Es porque quieres que sea especial. Nunca descarto cosas especiales. Este año ha surgido así, me apetecía más que ir un día de feria, volvían los toros el lunes de resaca a Sevilla… se unieron factores que lo hacían diferente. Si llega, no te digo que no sea el año que viene o dentro de dos, pero sé que quiero hacerlo, Sevilla u otro sitio pero tengo esa motivación si se unen estos factores.
-Reapareció en Granada triunfando, ¿es plaza talismán, es ambición o era la reaparición?
-Más que Granada, ha sido la reaparición, lo sufrido, lo que costó llegar: una reivindicación. Como decía, se habían dicho muchas tonterías por parte de gente del toro que parece mentira que se las den de profesionales tanto en prensa como en comunicación; no lo dijeron públicamente pero sí que me llegó. Fue lo que más me molestó. Estaba muy mermado, apenas a un 50 % o un 60 % de mi condición física pero fue un derroche de ilusión, ganas y rabia. Fue una tarde muy especial e importante.
-Retomó el vuelo: alto porcentaje de triunfos, puertas grandes, indultos, pero ¿con qué se queda?
-Con la vuelta a un par de ferias que echaba mucho de menos, siempre se me dieron bien y por circunstancias que no entendía llevaba un par de años sin ir. Volver y triunfar a lo grande me hizo especial ilusión. Roquetas, Burgos, cerrar como cerré en Jaén, volví muy motivado, la despedida de El Cordobés, un compañero que tanto me ayudó. Sin ser una temporada fácil, ni física ni psicológicamente, iba superando pequeños obstáculos y me sentía cada vez mejor. La regularidad tuvo mucho peso.
-¿La afición encuentra en usted ese torero popular siempre necesario?
-Con el aficionado en general he tenido mis más y mis menos pero siempre me han tratado muy bien. Hay un sector más crítico al que poquito a poco he ido convenciendo. De los inicios hasta ahora he evolucionado y mucha gente que era antifandi ya no lo es. Por la parte populista, esa gente que tanta falta hace en el toreo, siempre me he sentido muy respaldado y apoyado. Tenemos esa conexión que intento mantener. Por eso El Fandi es quien es y mantenerme tantos años es gracias también a esa gente.
“En veintitrés años solo ha habido cinco toros que no he banderilleado. Algún mérito debe tener”
-¿Viajan en el mismo camino la visión del aficionado sobre usted y sus propios sentimientos delante del toro?
-Me gusta el toreo fundamental. Pero siempre he tenido por bandera el triunfo, desde que sale el toro tiene que pasar algo, con continuidad y conexión y no todo tipo de toros valen para hacer eso que el aficionado más puro quiere. Nunca he desestimado la idea de querer agradar a todos los públicos, al que entiende más y al que no. Intento mantener un equilibrio y lógicamente unas veces va más hacia un lado que hacia otro. Ahí está el trabajo del día a día para que el mayor número de tardes posible pueda contentar a las dos bandas.
-Entrega y regularidad van implícitas en su personalidad, ¿puede mantenerse ese nivel siempre?
-En el momento que no tenga esa ilusión por mantener ese ritmo será la hora de dar un paso atrás. Verme capaz de mejorar, mantener la continuidad de principio a fin… todo eso es lo que trabajo y me hace levantarme cada día a entrenar. Desde pequeño, yendo a los toros con mi padre, me encantaban los tres tercios aunque elegía los carteles de toreros banderilleros, pero ya cuando toreaba he llevado siempre todo unido.
-¿Asumiría el público un Fandi sin banderillear?
-Desde que jugaba al toro las banderillas eran fundamentales. Yo no me entendería sin el tercio de banderillas y no sé si el público en general lo aceptaría. Lo que tengo claro es que la regularidad de una temporada, cortar dos, tres o cuatro orejas por tarde, no se cortan poniendo seis pares. El Fandi y las banderillas van e irán de la mano mientras tenga las facultades necesarias. En veintitrés años solo ha habido cinco toros que no he banderilleado. Algún mérito debe tener.
-¿Qué le resulta más fácil y dónde encuentra una mayor dificultad?
-Conseguir que todo fluya y parezca fácil creo que es lo que menos trabajo me cuesta ahora. Y difícil, pues quizá sea mantener dentro de la regularidad en el tiempo esa facilidad que antes comentaba, suena fácil decir que he cortado tres orejas todos los días y no lo es.
“Si te estancas, te acomodas, pero si a la vez que cumples años sigues buscando resolver inquietudes que años atrás no buscabas, la ilusión crece más”
-Con la madurez alcanzada, ¿hacia dónde va El Fandi?
-Intento disfrutar de mi profesión, me siento un privilegiado. En el campo, busco esa solidez como torero, como artista, que fluya, para que luego salga el día D y a la hora H, en esa plaza, en esa tarde en la que tú quieres que el público te vea hacer esas cosas, me motiva muchísimo. Es por lo que trabajo y lo que busco.