Con tres cuartos de plaza, se celebró en el coso de Vista Alegre la corrida de la Liberación de Bilbao. Se lidiaron toros de Lisardo Sánchez. Paco Camino fue ovacionado en su lote, mientras que el testigo, Francisco Rivera “Paquirri”, cortó una oreja al tercero de la tarde. La corrida fue televisada.
Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” era doctorado en tauromaquia en la plaza bilbaína. Con Paco Camino como padrino y Paquirri como testigo, el salmantino tomó la alternativa con el toro “Mireto”, negro zaino marcado con el número 87 y 518 kilos, de Lisardo Sánchez, al que cortó las dos orejas tras una gran faena.
En el toro de la ceremonia, según puede leerse en la crónica de ABC, “Camino dio la alternativa al Niño de la Capea, que había lanceado muy bien. Con la muleta y al son de la música, el nuevo matador realizó una muy buena faena con series muy bien rematadas. Estocada. Dos orejas”.
Ante el sexto, “El Niño de la Capea volvió a lucirse al lancear”, pero las complicaciones de la res le obligaron a abreviar en una valiente labor: “Lo mejor los ayudados por alto con los que inició el muleteo. Tras estocada y dos descabellos, fue ovacionado”.
Paquirri fue el otro torero que tocó pelo aquella tarde. Fue ante el tercero, al que saludó “con una larga cambiada de rodillas. Se lució al banderillear con su característica facilidad. Faena pinturera y artística, en la que destacó una serie de naturales. Dos pinchazos bien señalados y media. Cortó una oreja”.
Paco Camino, por su parte, se fue de vacío, pero ante el cuarto “estuvo valiente y torero en un bicho con dificultades. Instrumentó series con ambas manos, exponiendo mucho. Tres pinchazos sin soltar y estocada. Muchos aplausos”.
Cincuenta años después, el toricantano de aquella tarde, Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” se anuncia el mismo día en la plaza de Guijuelo (Salamanca) para conmemorar dicha efeméride, alternando con su yerno Miguel Ángel Perera y su hijo Pedro Gutiérrez “El Capea” en la lidia de reses de la ganadería familiar de El Capea y Carmen Lorenzo. Mucha suerte, maestro.
