La Revolera

El retorno del héroe

Paco Mora
lunes 12 de marzo de 2012

La crónica de la reaparición de Juan José Padilla en Olivenza ya la habrán leído ustedes, y de mano maestra por cierto. Pero al margen de los resultados artísticos…

La crónica de la reaparición de Juan José Padilla en Olivenza ya la habrán leído ustedes, y de mano maestra por cierto. Pero al margen de los resultados artísticos y de los trofeos conquistados, hay que saludar el auténtico triunfo de un Padilla, que ha resurgido de la fatalidad de una tarde aciaga apenas cinco meses después, demostrando que lo importante no es caer o no caer en la batalla, que eso puede ser cuestión de suerte. El éxito grande es levantarse y seguir caminando, pese a todas las adversidades por muy duras que resulten. En eso, Padilla ha dado una lección. Dicen que las cornadas de espejo son las más difíciles de superar y sobre todo de olvidar, porque el torero que las sufre se enfrenta cada mañana a ellas en la soledad del cuarto de baño. Y la del Ciclón de Jerez ha sido la más cruel de las que uno haya tenido conocimiento en su larga vida de aficionado.

Antes, sólo Granero sufrió una cornada de esas características pero desgraciadamente no pudo contemplarla al rasurarse, porque salió del trance sin vida. De lo que cuentan de aquel Domínguez “Desperdicios” de la época de bronce del toreo, que se arrancó el ojo que le había dejado colgando el toro de un pitonazo y siguió toreando después de decir “esto son desperdicios”, de donde le quedó el sobrenombre para siempre, a estas alturas no tenemos suficientes elementos de juicio para separar la realidad de la leyenda. Pero lo de Padilla está ahí, a la vuelta de la esquina del tiempo. Y de su hombría, fuerza de voluntad y valentía para volver al tajo como si no hubiera ocurrido nada, hay pruebas más que sobradas.

De ahí que la reaparición de Padilla quede para la historia del toreo como un acto de suprema voluntad, un gesto auténticamente heroico. Y por eso hay que celebrar el retorno del héroe, que, salvo para algunos desalmados enemigos acérrimos de la fiesta de los toros, es motivo de orgullo y ejemplo de hasta dónde puede llegar la voluntad y la fuerza interior de un ser humano. Hoy, cuando el jerezano ha remontado el vuelo sobre sí mismo como el Ave Fénix, los hombres de buena voluntad creemos un poco más en la grandeza del ser humano.

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