Cuenta Nicolás Fernández Moratín en su “Carta histórica sobre el origen y progreso de las fiestas de toros en España” que Goya le confesó haber sido novillero en sus años jóvenes…
Cuenta Nicolás Fernández Moratín en su “Carta histórica sobre el origen y progreso de las fiestas de toros en España” que Goya le confesó haber sido novillero en sus años jóvenes. El pintor taurino sevillano nacido en la Macarena, Pedro Escacena Barea, siguió el mismo camino. Tras licenciarse en Bellas Artes actuó en plazas de las provincias de Sevilla y Huelva, buscando la gloria del toreo, que no le llegó vestido de luces y sí con los pinceles, donde ha “retratado”a través de la pintura a “todo el toreo”, entre cartelería de grandes ferias y figuras de época, sin olvidar sus magníficas obras dedicada a la Esperanza Macarena, Virgen del Rocío y El Cachorro o al Rey Juan Carlos I. La Diputación de Sevilla le ha concedido la Medalla de Oro como reconocimiento a su labor artística durante los últimos 60 años con más de medio millar de obras distribuidas en España, Francia, Portugal y México. Escacena, dotado de una exquisita sensibilidad, delicadeza y capacidad para sentir y expresar el concepto arte del toreo, es una persona observadora, sencilla, atenta, que ha sabido llevar la vida con naturalidad y autenticidad, luchando, trabajando, soñando y disfrutando. Es posible que ahí radique esa atmósfera de cordialidad y generosidad que irradia nada más conocerlo. Entregado a sus tareas familiares, cuenta con el apoyo infinito de su bella esposa Aurora, mujer afanosa y tenaz, compañera de verdad y fuente de inspiración en algunas obras como las dedicadas a Camarón y Manzanares (padre). De Pedro hay que destacar su agilidad mental y lozanía. Sabe mirar el pasado con gratitud y a la vez con nostalgia. Es todo un ejemplo de compromiso con la Fiesta. Si ha conseguido ser el artista pintor predilecto de los toreros, es hora ya de que también lo sea de la ciudad que le vio nacer. El Ayuntamiento sevillano tiene la palabra.
