El virtuosismo de la bravura

Un lujo de discurso, sabiduría y honestidad en el campo bravo. Borja Domecq habla de Jandilla tras haber lidiado en las Fallas una corrida marcada por los criterios que con más fe defiende que son las hechuras, la clase y la movilidad. Valiente en sus apreciaciones, sus palabras vienen a revelar una manera de entender la selección que han puesto a este hierro en primera línea y durante muchos años. Hace público Borja que está de retirada, que es su hijo quien lleva meses dirigiendo las riendas de la divisa en solitario y en primera persona. Afronta un 2017 bajo el bastón de mando de la regularidad y la confianza.

– Borja Domecq Solís: “¿Ganadero histórico? Historia es lo que soy, pasado. Desde octubre la ganadería se encuentra en manos de mi hijo Borja. Es su hora como fue la mía en su momento”

– “Podemos poner los adjetivos pero para que un toro dé juego debe tener clase y movilidad. Clase para hacer el toreo bueno y movilidad para que el público disfrute”

– “No nos podemos olvidar que la emoción es la base del toreo. Y para generar emoción solo hay dos vías: la épica y la lírica”

– “Hay quien confunde la mansedumbre o la bravura con la calidad y no tienen nada que ver. Un toro puede ser muy bravo y caerse porque no tiene la fuerza suficiente. La blandura es fea en una embestida pero no es una condición”

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