Son frecuentes en el toreo ciertos errores de concepto debido a que en la antigüedad se pensaba una cosa sin haberse demostrado realmente y ese pensamiento se ha ido transmitiendo oralmente de unos a otros sin preocuparse en comprobar su veracidad. Me refiero a los siguientes: “Ante cualquier herida en las piernas, inmediatamente poner un torniquete por encima de la misma”; “Cuando se saca la espada entra aire por la herida y el toro muere antes”; “Hay que picar al toro para descongestionarle”; “Es que este toro es muy hondo”; “La puya está en la yema”; o “Los toros cierran los ojos al embestir”.
1) Aplicación del torniquete.- Cuando se produce una herida en la pierna inmediatamente algún compañero se quita el corbatín y aplica un torniquete por encima, creyendo que con ello disminuirá la pérdida de sangre, cuando, en la inmensa mayoría de los casos, lo que hace es aumentar la hemorragia porque el torniquete comprime las venas que traen sangre desde la periferia hacia el corazón, sangre que al llegar al lugar donde está el torniquete no puede pasar y se derrama por la rotura venosa. Lo correcto es comprimir fuertemente sobre la herida (no por encima) con un pañuelo o toalla, incluso con el puño cerrado. Esto mismo lo ha dicho en televisión el Dr. Máximo García Padrós varias veces, pero la mayoría de los profesionales lo desconocen o no le hacen caso.
2) “Cuando se saca la espada entra aire por la herida y el toro muere antes”.- Es un error monumental. Este año pasado se lo escuché a un comentarista de televisión. Al sacar la espada la herida se cierra y el aire no entra por ninguna parte, pero aunque entrara no pasaría nada. Cuando se opera a una persona se tiene una gran herida abierta, incluso todo el abdomen y no pasa nada. El error viene que al inyectar aire, erróneamente, dentro de un vaso, al poner una inyección, se produce una embolia gaseosa que puede matar.
3) “Hay que picar al toro para descongestionarle”.- El toro no está congestionado; hay que picarle para atemperar su embestida. El toro se atempera, pierde violencia en su embestida más por el esfuerzo empujando al caballo que por la pérdida de sangre del puyazo, que generalmente es insignificante. Así lo ha explicado el veterinario Julio Fernández Sanz varias veces de forma muy clara, basándose en sus estudios. Este error viene de la antigua Medicina. Se creía que algunos enfermos morían por congestión y por eso se les hacían sangrías (sacarles sangre) e incluso se les aplicaban sanguijuelas para extraerles sangre. Lo que se lograba era aligerar su muerte.
4) “Es que el toro es muy hondo”.- Se piensa que al ser muy hondo la espada no ha llegado a dañar los órganos vitales, lo cual es un craso error, pues dichos órganos pueden ser dañados incluso con un pinchazo hondo y no digamos con media estocada, que al penetrar en el toro supera ampliamente el lugar donde se encuentran dichos órganos. Si el toro no cae es porque la espada, aunque aparentemente esté en buen sitio, no ha roto alguno de los órganos vitales, aun pasando muy cerca de ellos.
5) “La puya está en la yema”.- Cuando se pone un puyazo en el hoyo de las agujas se suele decir que está en toda la yema, queriendo significar que está perfectamente puesto, pero no es así. Un puyazo puesto en el hoyo de las agujas, que coincide con la 3ª-4ª vértebras dorsales, es trasero, pues el lugar correcto de picar es el tercio posterior del morrillo, que coincide aproximadamente con las vértebras 4ª a 7ª cervicales. Esto lo han explicado ampliamente varios veterinarios, entre ellos los Drs. Barona, Cuesta y Prieto Garrido, de Córdoba.
6) “Los toros cierran los ojos al embestir”.- No es cierto. Los toros no cierran los ojos y de hecho ven al torero, lo que pasa es que el toro embiste a lo que se mueve y lo que se mueve es el capote o la muleta.
