EL PALCO

Gran toro y gran torero

Rafael Comino Delgado
viernes 25 de septiembre de 2020

Este jueves 24 de septiembre se inició, en Cabra, el ciclo, gira o plan, de festejos taurinos que se ha dado en llamar de la Reconstrucción de la Tauromaquia, impulsado y coordinado por la FTL. Fue una corrida de toros de don Santiago Domecq, muy bien presentada -se podía haber lidiado en algunas plazas de segunda- y, más importante, los cuatro toros fueron bravos, encastados y suficientemente enclasados, con sus matices. Una gran corrida de toros.

En el cartel Manuel Escribano y Román. Ambos matadores estuvieron a la altura, muy bien, pero queremos destacar el último toro de la tarde, de nombre Emperador, que fue excepcional. Un animal negro, de perfectas hechuras, fino, guapo, con mucha verdad en todo lo que hizo. Desde la primera a la última embestida fue un dechado de virtudes.

Román, que está en un gran momento, lo toreó con el capote primorosamente a la verónica, donde ya el toro enseñó lo que sería después. En el caballo recibió un puyazo a ley, en el que demostró su raza. El maestro tenía ganas de torear, y naturalmente había visto las condiciones del toro, por lo que lo cambió con solo dos pares de banderillas, y se fue al centro del ruedo para brindar al público. A cada segundo que pasaba el toro iba demostrando más verdad; fue una máquina de embestir, y de embestir muy bien. Un toro encastado, enrazado, que se venía de largo galopando, que embestía con mucha calidad, que se rebozaba, y repetía una y otra vez humillado. ¡Qué alegría ver embestir de esa manera! Así una serie y otra, y otra, y muchas más. Hasta que en un pase de pecho el toro le enganchó la muleta, y como el torero no quería perderla aguantó, lo que le costó una voltereta fea, con respetable paliza, pero se levantó, y volvió a la cara del toro con la misma verdad con la que había estado hasta entonces, y la faena prosiguió a gran altura; fue larga, muy exigente, pero el toro jamás regateo una sola embestida, e incluso, al final, seguía viniéndose de largo -10-15 metros- galopando y embistiendo por abajo. Yo, antes de la voltereta ya estaba pensando en que el toro sería indultado, porque, a nuestro juicio, era un gran toro, de vacas, pero quizá la voltereta interrumpió el ánimo del público que no solicitó ese premio al toro. En los indultos que ha habido en los dos últimos años yo, al menos, no recuerdo un toro superior a Emperador, pero como el público, que con esto de la distancia de seguridad no era muy numeroso, no se decidió a solicitarlo, el presidente al final sacó el pañuelo azul para que le dieran la vuelta al ruedo. Claro que, como todo toro tan bravo, tan enrazado y encastado como era Emperador, exigía un gran torero, entregado, con verdad y poniéndose en su sitio, que es lo que hizo Román en todo momento, y finalmente lo mató de una gran estocada, de la que no tardó en caer. Se le concedieron las dos orejas, que también se le hubiesen concedido en cualquier plaza de primera, incluidas Bilbao, Sevilla y Madrid, porque Román había estado cumbre. Se habían encontrado un gran toro y un gran torero.

No podía haber tenido mejor comienzo este ciclo, que tanto esfuerzo ha costado organizar, pero que con tanta buena voluntad, ilusión y acierto, por parte de todos, se ha programado. Esperemos que continúe en el mismo tono, y al final se hayan logrado los objetivos con los que se ha programado.

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