Se anuncia Román a palo seco. No debe tener más de dieciséis o diecisiete años. Es rubio nórdico y tiene el aura del triunfador. A la sombra del Micalet ha hecho concebir esperanzas de cosa grande…
Se anuncia Román a palo seco. No debe tener más de dieciséis o diecisiete años. Es rubio nórdico y tiene el aura del triunfador. A la sombra del Micalet ha hecho concebir esperanzas de cosa grande. Todo lo que hace tiene la pureza de la ingenuidad, de quien todavía no conoce artimañas, trucos ni alivios de ninguna clase. Se coloca como si hubiera nacido vestido luces. Encaja los riñones con naturalidad, corre la mano con el ritmo y la cadencia de los privilegiados y se tira a matar, no a ver si mata. Con el bueno y con el menos bueno. Apunten el día, para que luego digan los supersticiosos: martes y trece. Cuarto festejo de las Fallas de Valencia de 2012. Entró en la plaza de la calle Xàtiva más solo que la una y salió arropado por dos apoderados de campanillas, Santiago López y Simón Casas. “¿Quieres matar el segundo novillo con apoderados?”, le pregunto el granadino-valenciano al doblar su primer oponente. El rubiales dijo que sí, y se comenzó a escribir la historia de un chiquillo que si no se tuerce ni nosotros hemos soñado despiertos puede ser gente en esto del toreo.
Conchi Ríos anduvo en torero toda la tarde, con su difícil primero y con el más posible segundo al que cortó una oreja. Con prestancia, buen gusto y sabiendo lo que lleva entre manos, la murciana, como El Cid (el Campeador no el de Salteras, que también) se ganó la plaza de Valencia. Fernando Adrián no tuvo suerte con la espada. De haberla tenido hubiera tocado pelo en su lote. Tarde ilusionante. ¿Quién dijo que las novilladas son espectáculos menores? Cuando hay novilleros con la ilusión y la esperanza del toreo. Como hoy en la capital del Turia.
