La primera de las funciones feriales sancristobalense se saldó con el corte de tres orejas, dos de ellas cortadas por el diestro local Jesús Enrique Colombo ante el toro más franco de embestidas que se prodigó la casa ganadera de los Molina Colmenares a Pueblo Nuevo. Pudieron se más, pero el acero y la poca medida de extensión de faena hizo que la segunda labor muleteril de Colombo se perdiera en el interés tras los reiterados fallos con el acero, que eso ya de por sí es noticia, a razón de la seguridad con la que se fue tras la espada el mencionado coleta.
La faena del doble trofeo tuvo los aditamentos propios con las que Colombo hace de sus faena un carrusel de variedad y emociones en los tendidos. En el saludo capotero le dosificaría y vería cualidades, cuidándolas, para en mínimo castigo en varas dejarse el toro crudo para un tercio de banderillas, marca de la casa, clavando traserito, donde destacaría el que cerró intervención, al violín que levantó de los asientos los presentes. Ya en la muleta, el noblote jabonero se decantó por seguir con pastueña entrega la muleta de Jesús Enrique, en su mayoría trasteo derechista, variado, eléctrico, explosivo, sin tiempos muertos entre tandas, que hizo que la faena no perdiera intensidad, de principio a fin. Quedamos en el debe mayor lucimiento, en mero trámite por la zurda, pero a poco que importó, pues con la contundencia que le caracteriza, se perfiló y se fue tras la espada, tirando patas arriba al astado, y con ello la concesión ipso facto de las dos orejas. Puerta grande segura.
Pudo haber doblado el botín orejeril ante el sobrero que hizo quinto, alto, escurrido y lavado de cara, en la que nuevamente Colombo no se dejó nada en el tintero, en especial el variado quite por zapopinas, previo minúsculo castigo nuevamente en varas. Las banderillas, mucho mejor colocadas, hasta en cuatro pares, dejaron servido el ambiente para un trasteo alegre, bullidor, derechista, con algunos pasajes por la zurda de mejor y más contenido para el taurino entendido. Una lástima que dilatara la faena más de la cuenta y eso le hiciera marrar con el acero en tres ocasiones antes de doblar el animal, y con ello cambiar las orejas por tímidas palmas.
La otra oreja de la función la cortaría el debutante Ginés Marín, el cual no del todo le vimos en su mayor dimensión. En su primero, las rachas de inoportuno viento incomodaron al español a pasar de las entregadas series por la diestra, que a base de paciencia y entrega lograría hilvanar, todo milimétricamente bien hecho de cara aprovechar las opciones de lucimiento del toro, escaso de fuerzas, pero noble y agradecido por el trato de Marín. Eso y solamente eso, bastaría para que tras el espadazo trasero y tendido, pero fulminante, le valiera para que se le premiara con una oreja.
No tuvo nada que buscar Marín ante el cuarto, animal de una deslavazada y mansa embestida, siempre buscando las querencias, en donde el mencionado coleta hizo el intento, quiso, pero no lograría dar con la tecla de la emotividad para meter a los presentes en interés a lo hecho. El pinchazo antes de la estocada entera y trasera dejaría las cosas en silencio de respeto y mejor momento para verle con otro tipo de genero bravo bovino.
La mala fortuna por partida doble se la llevaría el mexicano Isaac Fonseca, pues por la mañana en el sorteo correspondió el lote de menos opciones, sin duda alguna. El tercero de la función poco pudo dejarle estar, ante la manifiesta mansedumbre con la que paseó el ruedo dicho burel, en la que por momentos insistió más de la cuenta sin razón alguna. Por lo menos fue breve para pasaportarlo.
En el que cerró plaza, peor se le presentó el panorama a Fonseca, otro manso y descastado ejemplar, donde por encima de la ganas y deseos de agradar, poco o nada había ante la nula colaboración y evidente peligro que poco a poco iba desarrollando el astado. Tras varios viajes con el acero, la impotencia y decepción en su cara resumía el sino de su tarde, el de su regreso tras el triunfo el año pasado en este mismo ruedo.
San Cristóbal (Venezuela), jueves 25 de enero de 2024. Primera de la Feria de San Sebastián. Toros de Rancho Grande (1º y 3º), El Prado (5º bis y 6º) y La Consolación (2º y 4º). Correctos de presentación y de juego variado, destacando los lidiados en primer, segundo y quinto lugar. Ginés Marín, oreja y silencio; Jesús Enrique Colombo, dos orejas y palmas; e Isaac Fonseca, silencio en ambos. Entrada: Algo más de media plaza. Incidencias: El festejo retrasó una hora su inicio, antes del paseíllo se entregó una placa a modo de reconocimiento a los jugadores del club de futbol Deportivo Táchira, así como a autoridades de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.