Veintiún años llevaba sin representarse en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la obra Pan y Toros, una de las más populares entre los amantes de la zarzuela. Estrenada en este mismo escenario el 22 de diciembre de 1864, es una de las más importantes aportaciones de Francisco Asenjo Barbieri (libreto de José Picón) al género y una de las obras cumbre de la zarzuela grande. Con este reestreno se conmemoran los doscientos años del nacimiento del maestro Barbieri, quien ayudó a la construcción del Teatro de la Zarzuela, inaugurado el 10 de octubre de 1856.
La obra supone el debut como director zarzuelístico del actor Juan Echanove, quien se ha encargado de llevarla a escena. El estreno tuvo lugar el pasado 6 de octubre y se podrá ver hasta el día 23. “Pan y toros representa algo que está en nuestro genoma. Somos una España dividida en dos tendidos: el de sol y el de sombra”, señalaba Echanove unos días antes del estreno. “Yo he procurado montar Pan y toros desde el redondel y ese redondel es la cabeza de Goya”, explicaba.
El mundo del toro ocupa una parte importante en la obra de Barbieri con la presencia de Pepe-Hillo, interpretado por Carlos Daza, Pedro Romero, a quien da vida Pablo Gálvez y Costillares, interpretado por José Manuel Díaz. “Cuando hablábamos sobre lo taurino en los ensayos, les dije a los toreros que deben comportarse con dignidad y no como payasos, porque en la obra toman parte en la acción para modificar el sentido de las cosas en el país”, declaró Echanove, gran aficionado a los toros. En este sentido, el actor, confiesa: “Nunca en mi vida utilizaría un proceso creativo para mostrar mi opinión o mi manera de pensar acerca del personaje que interpreto o de la obra que dirijo. Nunca lo hago y nunca lo haré”.
Es en la escena VIII del acto I cuando aparecen los tres toreros saliendo de casa de Goya e interpretándose la canción titulada En Zeviya Costiyares, que dice así:
Romero, Costillares
y Pepe-Hillo,
a toitos uzías
zaludan finos;
que a cabayeros,
no echó la pata naide
a los toreros.
Salud a los valientes
discípulos del Cid,
que todos tres merecen
la plaza dirigir,
Díganos usía,
diga su mercé,
jefe de la plaza
cuál de ellos va a ser.
La trama de la obra se desarrolla en la España de finales del siglo XVIII y representa dos bandos: por un lado, a Godoy y sus partidarios, Doña Pepita, la Duquesa, el Corregidor y el General serían el símbolo del oscurantismo, que luchan por mantenerse en el poder mientras que Jovellanos -que aparece como héroe salvador-, apoyado por Goya, la Princesa de Luján, Floridablanca, el Capitán Peñaranda, el Abate, manolos y manolas, toreros y pueblo, ejemplificarían el bien, con deseo de que el Rey esté informado de lo que ocurre en España.
Pan y toros tuvo influencias posteriores al estar muy comprometida con la historia, hasta el punto de que, tres años después de su estreno, Isabel II prohibió la obra. Y no solo eso, sino que también prohibió que las bandas hicieran uso del célebre pasodoble de la manolería, cuya interpretación es habitual durante el paseíllo en plazas como Valencia y Castellón.