LEYENDAS MURUBE-URQUIJO-MURUBE (1ª PARTE)
(Foto: Arjona)(Foto: Arjona)

La columna de la bravura

José Luis Benlloch
domingo 08 de diciembre de 2013

Están en el fundamento de todo lo bravo. Sobre su casta creció y evolucionó el toro de lidia de todas las épocas, tanto es así que se hace difícil encontrar en la actualidad encastes que no procedan de Vistahermosa, antecedente inmediato de los Murube. Los Murube o si lo prefieren Murube-Urquijo-Murube, que ese fue su tránsito en la historia que nos ocupa, han tenido protagonismo estelar en todas las etapas del toreo. Con Gallito, habría que decir que sobre todo con Gallito para quien los Urquijo compraron la ganadería a los Murube -y si José dijo que comprasen Murube sería porque Murube para entonces ya era algo grande- y con Juan, quien con más de veinte años de alternativa cortó el primer rabo de la historia de la plaza de Las Ventas al toro Desertor del entonces ya histórico hierro de la M y siguieron manteniendo el máximo cartel en la llamada edad de plata con Ortega, Marcial, Félix Rodríguez y más tarde con Manolete, con Arruza, Litri y Aparicio, con Ordóñez, con Romero, con Camino… Y aún hoy día, cuando las modas y los hábitos han cambiado tanto, si un murube embiste sigue marcando diferencias. Por todo eso y por más son leyenda felizmente viva.

Nobleza y galope, además de un ritmo sostenido incomparable, están en su ADN. Ahora y antes, siempre, han sido toros guapos, hondos, fuertes, de pitones recogidos y frente acarnerada, detalle casi desaparecido en el transcurrir de los años

Joselito estuvo en la compra de los murubes para sus amigos los Urquijo y en la selección de lo que debía ser el toro de la nueva época y Ordóñez en la venta final con la que hizo realidad una de las ilusiones de su vida, tener y criar los murubes

– “Para criar toros, de Los Palacios para allá. La hierba de la marisma es el alimento ideal para el toro bravo. Tenía el inconveniente de las enfermedades, pero no había otra igual. Luego existirá Salamanca, la sierra Sur… pero como la marisma nada

– “La de Urquijo nunca fue una ganadería muy larga. Más de seiscientas vacas nunca tuvo. Cuando compró mi abuelo en el año diecisiete entraron novecientas veintiuna cabezas que se pagaron a razón de mil veinticinco pesetas. Entonces valía mucho más lo que había encima de la tierra que la propia tierra

– “Normas en nuestros tentaderos: Silencio total, nada de jolgorios; el picador no salía de la tapia, hasta que se desollase el rabo el caballo, no se les daba ninguna ventaja; se les pegaba en tres tercios diferentes de la plaza, así rompíamos las querencias y no nos equivocamos; y la sangre a la pezuña

– “Hubo un momento en que se paró la ganadería. Aquello preocupó y mi tío se fue a lo de Guardiola Soto y le compró veinte vacas. Las retentó y dejó ocho que se cubrieron con nuestros toros. Dio resultado, fue una transfusión de bravura pero hubo que vender todo lo de la cruza porque los toreros se negaban a matarlos

– “La bravura se mide en el caballo. Luego ya veremos si tiene buena condición o mala condición en la muleta. Además lo que haga la vaca en la muleta es muy relativo, entre otras cosas depende de quién tenga delante y te puede equivocar

Lea AQUÍ el reportaje completo en su Revista APLAUSOS

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