EL QUIEBRO

La lidia en las calles

Ramón Bellver 'El Blanco'
jueves 10 de junio de 2010

En varias ocasiones, al visitar una ganadería y conversar con los mayorales, vaqueros o el mismo ganadero, me preguntan qué es lo que hacemos con los toros por las calles…

En varias ocasiones, al visitar una ganadería y conversar con los mayorales, vaqueros o el mismo ganadero, me preguntan qué es lo que hacemos con los toros por las calles, ya que muchos de ellos desconocen los detalles de nuestra Fiesta. Intento explicarles que no sólo se trata de echar un toro al asfalto para que corra y lo vea la gente, sino que también hay una “lidia” y unas reglas que hay que respetar.

Desde la misma desencajonada ya se observa un mínimo de orden entre los rodadores para que las embestidas sigan una línea y no se estorben entre ellos. Más tarde, una vez calmado el primer empuje del toro, se intenta ubicarlo en la zona donde esté la arena para ver lo que da de sí el animal.

Una vez visto el juego que pueda dar y dependiendo de la filosofía de cada pueblo, o bien se corre por el resto de las calles para que lo vea el público restante, o bien se sacan los cabestros para encerrarlo y poder embolarlo por la noche, o se enlaza y se encierra en los chiqueros para su posterior sacrificio.

Estos podrían considerarse “los tercios” de la lidia de la calle. Detalles como, si mete bien la cara, si remata en las talanqueras por abajo y empujando, si intenta huir, si tiene codicia y hace hilo, si tiene prontitud y galope alegre… nos indicarán si el toro es bravo o no.

Por tanto no tiene porque ser para el ganadero ninguna vergüenza ni ningún desperdicio el llevar un toro a las calles, ya que una buena lidia y un buen toro debe de ser motivo de satisfacción para él, y no me cabe la menor duda que para muchos ganaderos así es.

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