El palco

Las cosas de Madrid

Rafael Comino Delgado
jueves 12 de mayo de 2016

Ser la primera plaza del mundo no es sólo ser extremadamente exigente, es también necesario ser entendida y ecuánime… Menos mal que estaba allí Canal + y todo el mundo lo pudo ver

Menos mal que estaba allí Canal + y todo el mundo lo pudo ver. Me refiero a la oreja que le quitaron a Álvaro Lorenzo en la novillada del lunes día 9 de mayo en Las Ventas. Ocurrió en su segundo novillo, que no fue nada fácil, y con el que estuvo muy bien, muy firme, con muchísima solvencia y torería; valentísimo hasta el punto de llevarse una fea voltereta por su enorme quietud y verdad. Le pegó el novillo varios parones que helaban la sangre y ni se inmutó. Lo mató de una estocada hasta la bola, tres o cuatro centímetros trasera. A mi entender la oreja la tenía más que ganada y se la quitaron el público y el presidente.

Dicen que Madrid es la primera plaza del mundo (creo que así debe ser) pero ello requiere ser la primera en todo. En carteles, organización, información y, sobre todo, en tener un público de muy buenos aficionados, verdaderamente entendidos que comprendan lo que está pasando entre toro y torero en el ruedo. Que sepan ver las dificultades de los toros y los méritos de los toreros y ser ecuánimes. Es fundamental también tener presidentes buenos aficionados, que entiendan el Toreo, que conozcan el reglamento y tengan sensibilidad, sentido común y ecuanimidad para aplicarlo.

Pues bien, el lunes pasado el público, en mi modesta opinión, no estuvo a la altura, ni mucho menos, porque no entendió la faena de Álvaro Lorenzo, de lo contrario hubiera pedido la oreja con mucha más fuerza. Por otra parte Madrid tiene ese grupo de sabios que protestan por todo. Para ellos, ser buen aficionado es protestarlo todo. Alguien dijo un día que el toreo bueno exige que el torero esté cruzado y lo llevan a rajatabla, hasta el punto de querer cambiar las leyes de la Física, pues exigen que el torero ligue y además se quede cruzado en todos los muletazos, lo cual es imposible. En esta ocasión se dejaron notar, aunque menos que otras veces.

El señor presidente no estuvo acertado, esa es la verdad. Primero devolvió un novillo que tenía calidad pero algo escaso de fuerzas y dejó el sobrero que no tenía calidad y menos fuerzas.

En la faena de Álvaro Lorenzo le faltó esa sensibilidad, ese sentido común que todo buen aficionado debe tener, para otorgar la oreja con una petición que rozaba la mayoría.

Es probable que si se la da hubiera sido protestada por algunos sabios, y tal vez eso le retuvo a la hora de sacar el pañuelo. Pero debería haber valorado lo hecho por el torero con el novillo que tuvo delante.

Ser la primera plaza del mundo no es sólo ser extremadamente exigente, es también necesario ser entendida y ecuánime.

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