Libélula y Sereno, las dos cimas

No ha sido la de 2018 la temporada más brillante de la carrera de Miguel Ángel Perera, y además, ha sido la de menor metraje de sus catorce años como matador de toros. Sin embargo, cuando las circunstancias lo han permitido, se ha podido ver la mejor versión del extremeño. Tras una discreta primera parte de temporada en la que no le acompañó la suerte, el triunfo en Algeciras en el mano a mano con José Tomás supuso un punto de inflexión en una campaña que empezó a tomar vuelo, a pesar de que en momentos clave, se estrelló con el toro, la espada o el palco. En evidente estado de madurez, la temporada 2018 para Perera quedará marcada por el indulto de Libélula, de Jandilla, la tarde de Algeciras, y por el punto final a una relación de catorce años que va más allá de lo puramente profesional con el que ha sido su apoderado, Fernando Cepeda.

– Los indultos de Algeciras y Huelva fueron los dos hitos de una temporada atípica para el extremeño

– Perera cuajó una de las tardes más rotundas en el mano a mano con José Tomás, acaparando los titulares

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