No quiero caer en la frase manida y siempre dicha en los momentos que ocurren las desgracias pero puedo asegurar, sin ningún temor a equivocarme, que en este caso se cumple el dicho…
No quiero caer en la frase manida y siempre dicha en los momentos que ocurren las desgracias pero puedo asegurar, sin ningún temor a equivocarme, que en este caso se cumple el dicho.
Se van los buenos. Se ha ido Antonio Tornay, un hombre extraordinario. Hacía algún tiempo que no le veía pero manteníamos el contacto vía compañeros de trabajo que a la vez eran sus vecinos. No había una vez que me cruzara en los pasillos de Canal Sur con mis colegas que no me dieran recuerdos de parte de Antonio. Precisamente el día de su muerte por la mañana uno de ellos, como maldita premonición, me dijo que estaba muy mal.
Acordándome de él se me venían a la mente las muchas reuniones inconfesables de las noches sevillanas en la época DORADO, El Comandante. Noches en Los Remedios en las que antes de los IPhone, Ipad, Blackberry y Wifi’s se cerraban carteles, se contrataban toreros, se vendían corridas de toros… etapa del lanzamiento de Manuel Díaz “El Cordobés” que tanto vivimos de cerca junto a los Tornay. Personas entrañables, noches únicas.
Antonio era el chico de los Tornay’s, Manolo el grande -¡cuánto pienso en él ahora!- pero Antonio también era grande en nobleza, templanza y simpatía. Nada le caía mal, siempre atento y agradable… una bella persona. Se ha ido Antonio Tornay, ganadero, amigo y esta vez, lo juro, puedo decir que se van los buenos.
