Tremendo el accidente de Dámaso González. Que me ha impresionado más si cabe porque el viernes por la noche estuvimos charlando en la puerta del Hotel Europa, a la espera de la llegada de José Luis Benlloch que venía de Valencia…
Tremendo el accidente de Dámaso González. Que me ha impresionado más si cabe porque el viernes por la noche estuvimos charlando en la puerta del Hotel Europa, a la espera de la llegada de José Luis Benlloch que venía de Valencia para pronunciar una conferencia organizada por el Club de Abonados de la Plaza de Toros de Albacete. Le dimos un repaso a todo lo que de divino y de humano tiene el toreo. Da gusto hablar con un hombre que atesora tanto sentido común en sus opiniones.
Venía de la finca donde al día siguiente -sábado- ocurrió el suceso que lo tiene maltrecho en la UCI del Hospital Universitario de la capital de La Mancha. Dámaso es feliz en el campo y pasa en él la mayor parte de su tiempo. Me dijo que hacía pocos días que él y su mujer habían regresado de un viaje a México durante el cual sacaron tiempo, además de para ver torear a Pedrito Moya, hijo del Capea, para ir la playa.
Conocer a Dámaso es quererlo y uno hace muchos años que lo conoce. Es difícil encontrar un hombre que, habiendo sido un torero de postín, mantenga la cabeza tan clara y sea tan poco pagado de sí mismo. Es la modestia y la bondad en persona. Desde aquí quiero trasladar a su esposa y a sus hijos mis más fervientes deseos de un pronto restablecimiento, para hombre tan singular y entrañable tanto en lo personal como en lo profesional. Ánimo maestro, que Dios es bueno y ayuda a los buenos…
