El segundo, de excelentes hechuras, embistió con clase, colocando la cara, en los albores del trasteo, pero pronto se consumió. Luque lo toreó de forma primorosa en el inicio y cuando el ejemplar perdió recorrido mostró su autoridad entre los pitones. Cortó una oreja después de una gran estocada al segundo intento.
Más estrecho y vareado, el colorado quinto fue un animal que se movió sin terminar de rebosarse en el muletazo, reponiendo, a veces con la cara suelta. Luque le buscó las vueltas con clarividencia, le dio sitio, lo tocó fuerte y bajo los acordes de Caridad del Guadalquivir acabó cuajando al de Santi Domecq. Después de otra estocada inapelable cortó las dos orejas.
Abrió el festejo un colorado bajo y hondo, que tuvo prontitud y movilidad, con el que Talavante no terminó de asentarse. Los mejores momentos llegaron por el lado zurdo antes de demorarse en exceso con los aceros. Silencio tras aviso.
El castaño cuarto fue un gran toro. Por codicia y clase. Talavante lo movió en una obra ligada, más versátil que profunda, que interesó al público por la fluidez de la misma y la variedad de sus remates. Cortó una oreja.
El sardo tercero, largo, más estrecho de sienes, tuvo buena intención, pero le faltó empuje. Ginés Marín lo toreó con buenas formas pero la imposibilidad de apretar al toro restó intensidad a la faena. Después de un volapié de libro, el extremeño fue invitado a saludar.
El sexto, bajo, acapachado, una pintura, fue otro toro que no terminó de entregarse. Estuvo Ginés muy por encima de su condición y lo mató de otra gran estocada que le sirvió para recoger una cariñosa ovación.
Aranjuez (Madrid). Sábado, 7 de septiembre. Feria del Motín. Toros de Santiago Domecq, de buen juego y correcta presentación. Alejandro Talavante; silencio tras aviso y oreja; Daniel Luque; oreja y dos orejas; y Ginés Marín (que sustituye a Morante); saludos y ovación. Entrada: Casi media plaza.
