TAL DÍA ESTA SEMANA... 1 DE MAYO DE 1992

Manolo Montoliu, siempre en el recuerdo: “… y hasta las nubes se hicieron lágrimas”

Alfonso Ávila
domingo 01 de mayo de 2022
El grandioso banderillero valenciano, corneado mortalmente en la decimotercera corrida de la Feria de Abril de Sevilla

Con casi lleno en los tendidos se celebró la decimotercera corrida de abono. Se lidiaron dos toros de la ganadería salmantina de los herederos de Atanasio Fernández, bien presentados y de juego dificultoso, ambos pitados en el arrastre. La corrida se suspendió tras conocerse la noticia del fallecimiento de Manolo Montoliu. José María Manzanares, aun sabiendo la gravedad del percance de su banderillero, realizó una faena muy importante, de torero valiente, y fue ovacionado, mientras que El Niño de la Capea aliñó al manso segundo, siendo silenciada su labor. Por las razones anteriormente citadas, no llegó a actuar el tercer espada, Ortega Cano. Asistió a la corrida S.A.R. la Condesa de Barcelona.

Como escribiera nuestro director José Luis Benlloch, amigo personal de Manolo Montoliu: “Fue en mayo, el mismo mayo traidor y sangriento que enmarca las biografías de Fabrilo, de Granero, de Joselito, de Varelito, el de los toros certeros… y desde entonces, el mayo de Manolo Montoliu. Manolo fue grande entre los grandes y especie de punto y seguido en lo que siempre se consideró como la gran escuela valenciana de los toreros de plata”.

Manzanares, tras recibir al toro con bellísimas verónicas, lo dispuso en suerte para el tercio de varas. El toro, de nombre Cubatisto, un “tiarrón” de imponente trapío, tras derribar por dos veces al picador y herir al caballo, llegó fresco al tercio de banderillas. Antes, fueron muy aclamadas las ceñidas chicuelinas de manos muy bajas del maestro de Alicante. Montoliu, vestido con un terno oro viejo y azabache, se fue hacia la cara del toro despacio, muy despacio, casi andando. Sabía que estaba en la Maestranza y que todos los ojos le miraban y le admiraban. Se recreó en la suerte para mayor gloria y encontró la muerte.

Según relataba el crítico taurino Andrés Amorós: “Manolo puso el par de banderillas sabiendo perfectamente lo que hacía y cómo debía hacerlo. Quería ganarse plenamente los aplausos de un público entendido que le acogió ya con siseos de expectación. Llevó a la práctica lo que tantas veces había hecho: prescindir de saltos y espectacularidades gimnásticas. Ser fiel, una vez más, a una admirable escuela valenciana: entrar andando y salir andando, lo más difícil del toreo, hacerlo todo con temple, muy despacio. Supeditó eso a su seguridad. Cualquier profesional sabe que le hubiera sido muy fácil huir, a la salida del par, eso no iba con su torería. Se recreó en la suerte”.

Todos los medios de comunicación nacionales, y muchos a nivel mundial, se hicieron eco de la tragedia del torero valenciano, y en su gran totalidad, ensalzaron su figura, entrando de lleno en la historia del toreo.

Francisco Picó, de ABC, escribió: “Con la muerte de Manolo Montoliu ha desaparecido el mejor torero de plata de la actualidad. Montoliu destacaba entre todos con las banderillas, por su forma de ir al toro y consumar la suerte. Con torería. Dejándose ver. Llevándose los rehiletes a la altura de las cejas, mientras juntaba las zapatillas y dejaba el par en todo lo alto. En la brega, le bastaban dos capotazos para parar el toro y uno para ponerlo en suerte. ¡Qué gran torero Montoliu!”.

Por su parte, Vicente Sobrino para Diario 16, dijo: “Un torero que llenaba el ruedo de torería tan sólo con su presencia. Listo y dispuesto para solventar cualquier situación, tenía en su colocación su mejor registro como lidiador. El segundo tercio hecho arte, a través de la pureza y de la verdad con un cuarteo elegante, muy torero, los brazos abajo, caminar lento, de frente, con el pecho por delante para reunir el par en lo alto del morrillo. Así era Manolo Montoliu!”.

Como relató Manuel Serrano Romá para Aplausos: “Saliste por la Puerta del Príncipe a hombros de toreros cuando España entera era llanto y tu Valencia te esperó llorando, y hasta las nubes se hicieron lágrimas”.

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