15 de agosto de 1964

Manuel Leyton “El Coli”, cogido y muerto por un novillo en la plaza de Las Ventas

Redacción APLAUSOS
lunes 22 de agosto de 2011

Ocurrió el 15 de agosto de 1964. Aquel día, el banderillero Manuel Leyton Peña “El Coli”, vestido de morado y azabache, hizo su último paseíllo. Su último paseo en Las Ventas, su último paseo en la vida. Actuaba a las órdenes del entonces novillero José González “Copano” cuando el primer utrero del festejo, de nombre “Cuatrero” y perteneciente a la vacada de Rodríguez de Arce, le hirió mortalmente.

“El 15 de agosto, día de la Virgen, no hay pueblo de este suelo que Dios nos dio sin su fiesta grande, y mueren muchos toros en este día. En la primera plaza del mundo también ha muerto un torero”. Así arrancaba el semanario El Ruedo -en su número del 18 de agosto de 1964- la crónica de aquella fatídica tarde, que proseguía: “El novillo, “Cuatrero” de nombre, número 88, negro bragao, ligeramente bizco, fuerte, con presencia y potencia y a las puertas de ser toro, trotó por la arena con la seriedad caliente de una guadaña al sol de agosto. En el 8 le esperó Manuel Leyton Peña “El Coli”, de morado y azabache. Dos lances dio, que nunca los hubiera dado; le atropelló “Cuatrero”, le recogió y empitonó, lanzándole contra las tablas. Cuando el milagro del quite se produjo en el capote del subalterno Mario Cuhelo, “Cuatrero -de la vacada de Rodríguez de Arce- había sacudido la muerte de sus pitones”.

El texto continuaba: “La noticia de la muerte llegó arañando los tendidos cuando las mulillas arrastraban a “Rondeño”, tercer novillo de la tarde, y aquí terminó la corrida. Copano, a cuya cuadrilla pertenecía El Coli, corrió la plaza para venir a llorar entre dos picadores. El Pepe lloró contra las tablas. El Estudiante y los demás toreros en el ruedo hacían gestos negativos a la presidencia. Cayó el silencio y se elevó un padrenuestro. Después, un clamor dio la vuelta al ruedo y los altavoces suspendieron la corrida”.

“Más tarde, en el Sanatorio de Toreros, donde se instaló la capilla ardiente, se sucedieron las indescriptibles escenas de dolor por parte de la familia y amigos del subalterno muerto”. La crónica concluía: “En la mañana del domingo se le hizo la autopsia, y a las seis de la tarde, mientras en la plaza otras cuadrillas hacían el paseíllo, El Coli viajaba por última vez hacia su Jerez natal”.

Publicado esta semana en la revista APLAUSOS

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