LA REVOLERA

Marcando la diferencia

Paco Mora
martes 06 de octubre de 2020
En este infausto año de 2020, Ponce ha marcado la diferencia, tapando las bocas a los que todavía continuaban tratando de minimizar su grandeza torera

Si no lo digo reviento, en este, por muchas cosas, infausto año de 2020 Enrique Ponce ha marcado la diferencia, tapando las bocas a los que todavía, a estas alturas de su inigualable carrera, continuaban tratando de minimizar su grandeza torera. Cuando todo el toreo permanecía sobrecogido por la mortal pandemia del covid-19, como la mayor parte de los ciudadanos, estamentos y profesiones de este país, el de Chiva dio un paso al frente y decidió que el toreo le ha dado tanto y le está tan agradecido, que no podía permitirse a sí mismo dejar pasar esta temporada taurina en blanco, sin entregarse en cuerpo y alma a evitarlo en la medida de sus posibilidades.

Lo de menos era el dinero -muy poco se preveía-, los compañeros de cartel y los hierros a lidiar. Como dice la copla del torerillo y la ganadera salmantina: “Aquí no hay plaza de nombre ni traje tabaco y oro”, y sigo yo; “aquí hay un hombre muy hombre que está delante de un toro”… O de los toros que hagan falta para que la Fiesta siga, pese al virus maldito y a los no menos malditos anti taurinos emboscados entre el ramaje político, que llevan años poniendo palos en las ruedas de la tauromaquia, y se frotan las manos entusiasmados con la mínima posibilidad de acabar con ella.

Cuando todo el toreo permanecía sobrecogido por la mortal pandemia del covid-19, Ponce dio un paso al frente y decidió que no podía permitirse a sí mismo dejar pasar esta temporada taurina en blanco

El valenciano de oro del toreo de este y de todos los tiempos, con su paso al frente, enseñando el camino a muchos otros, se ha ganado el aprecio de los aficionados e incluso de los que no lo son pero tienen el respeto debido a los que no piensan ni sienten como ellos. Que eso se llama tener espíritu democrático y lo demás es retorcerse en busca de la bicoca política, aunque sea a costa de dejar el país -España- como un solar irreconocible como tal.

Y los hados del toreo han hecho llover sobre la torera cabeza del chivano, corregidas y aumentadas, todas las gracias que atesora, propiciando que en las plazas de todas las categorías en las que ha actuado, en esta triste coyuntura, por poco aforo que tengan, derrame su calidad de torero inconmensurable. Está toreando en cualquier coso, dando entrada en los carteles a los grandes que quieren seguir su ejemplo y también a los más modestos, que no se hubieran atrevido nunca a soñar, sin estas circunstancias epidémicas, que harían el paseíllo junto a Enrique Ponce Martínez, figura cumbre del toreo por la gracia de Dios. Y eso es consecuencia de su alma torera de muchos quilates y de una categoría humana fuera de lo común.

Y repito una vez más; excepto Simón Casas, que ha dado el paso al frente con su ejemplo de Nimes, los demás empresarios de relumbrón se han hecho los “socas”, limitándose a lanzar al aire lamentos de ruina, mirando para otro lado… O fijando la mente en sus depósitos bancarios. Claro, que en el pecado llevan la penitencia, porque quizás alcancen a pasar a la historia como los más ricos del cementerio. Pero nadie hablará de ellos cuando estén muertos… (Esto último es el título de una película, pero como dicen los italianos: “lo que no e vero e ben trovato”).

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